El voto es una oportunidad para aprobar lo que se está haciendo bien o para castigar al menos políticamente a quienes han fallado a la comunidad. En otras palabras, de elegir a aquellos que tengan por encima de intereses personales, familiares o de partido, los intereses de todos. Por tanto, de sacar del escenario público a quienes no respetaron sus promesas, ni a la comunidad en general.
Votar es un derecho y, si es un derecho, es algo que se determinó en un momento dado porque se carecía de él; es una normativa. En tiempos antiguos, cuando mandaban los reyes, no había de otra. Y como “toda autoridad venía de Dios”, pues a aguantarse con quién gobernaba y de la forma cómo gobernaba. No existía el derecho para elegir gobernantes. Ahora lo tenemos, pero de pronto no es valorado. Es un derecho fundamentado en el Artículo 35 Constitucional donde se afirma que el ciudadano puede votar y ser votado.
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Es importante recordar que hay diferentes tipos de democracia, entre las que se encuentran: la directa, la participativa, la social, la representativa, la parcial, la parlamentaria, la constitucional, la religiosa (piense en los países teocráticos), la autoritaria y la presidencial.
En México, nuestro modelo de gobierno se basa en la representatividad –en una sociedad de más de 130 millones de personas, no hay de otra–, y en éste la elección es el método que se utiliza para buscar el poder. Me queda claro que en una sociedad que se enmarca en el contexto donde hemos pervivido en una democracia sui géneris, se requieren ciudadanos racionales y reflexivos que tengan en cuenta que en cada ocasión que escogemos representantes, nos jugamos el futuro; esta es la ocasión.
Pongamos en la mesa las siguientes preguntas, que si las contestamos nos darán la posibilidad de apreciar con objetividad propuestas, fundamentos, trayectorias, formación, trayectoria política, características personales, entre otras cosas a tener en cuenta:
¿Quién es? ¿Estabilidad familiar? ¿Estabilidad económica? ¿En qué situaciones inconvenientes ha estado involucrado? ¿Cómo se ha conducido en su vida personal? ¿Cuál es su formación académica, real? ¿De qué preparación goza, de qué formación carece? Como servidor público, ¿qué principios y qué acciones le han caracterizado cuando ha estado en otro puesto en el servicio privado o en el público? ¿Cuál ha sido su comportamiento y su conducta? ¿Hay momentos en los que no ha mostrado valores democráticos y espíritu cívico? ¿Cuál es su agenda pública, qué prometen? ¿Qué tipo de país visualizan? ¿Quiénes son sus asesores? ¿Quiénes son parte de su equipo de trabajo? Eso es muy importante, quien está detrás de ellas o de él. ¿Quiénes serían parte de su gabinete? ¿Qué voces les apoyan? ¿Cuáles son sus propuestas o de plano no hay? ¿Están alineadas a las áreas de oportunidad que tiene el país, el estado o el territorio que representarán? ¿Cómo piensan hacer realidad sus promesas, objetivos y propuestas? De esas promesas de campaña que realizan, ¿cuáles son viables? ¿Cuáles son pertinentes? Si en otro tiempo fueron funcionarios públicos, ¿cuál fue su comportamiento? ¿Qué hicieron, qué lograron, qué dejaron de hacer, cuáles fueron sus aciertos, cuáles fueron sus errores?
Es importante la ideología, por supuesto, todos tenemos una ideología. La ideología es la forma particular de ver la vida, la naturaleza, la sociedad, las relaciones en las que interactuamos. Es la forma de pensar que caracteriza a una persona, organización o colectividad en diferentes ámbitos, particularmente en lo religioso, lo político, en la vida. Ahora bien, la ideología no está peleada con el pluralismo, el respeto, la multiculturidad.
Hay temas comunes para los partidos. Pero también hay temas irreconciliables. Conviene que como elector usted sepa cuáles son las organizaciones que impulsan las aspiraciones de los candidatos que se presentan en una contienda, que revise su historia reciente, los actores políticos que son emblema de los partidos, pero también conviene saber cuáles son los principios ideológicos que tienen en este caso las candidatas y el candidato. Lo ideal es que sean compatibles con su forma de pensar.
Las sorpresas que nos hemos llevado en últimos tiempos en nuestro país ameritan un escrutinio lo más profundo posible. En cada elección se pone en juego el futuro de nuestro país y otra vez nos colocamos en esa disyuntiva.
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Aún seguimos padeciendo las malas decisiones que se tomaron en sexenios pasados, en los que nos tomamos a la ligera plantearnos que daba lo mismo votar que no hacerlo. ¿O todavía después de una buena cantidad de administraciones sigue considerando que la política es solamente para los políticos profesionales o bien que la política no nos impacta? Para todas y todos, buena jornada electoral, no dejen de salir a buscar la casilla que les corresponde para que después no se queje.
No vaya a ser que esto sea como la temporada que estamos viviendo, donde se oye por todas partes expresiones como “qué calor”, “las estaciones se han trastocado”, “en otros tiempos no hacía tanto calor”, “el tiempo no se soporta”... entre otras tantas expresiones, mi respuesta siempre es la misma: ¿cuántos árboles has sembrado? Aquí lo mismo, si no votas, no te quejes del tema de la salud, de la violencia, de lo caro de la canasta básica, de los bajos salarios, de, de, de... Perdón, no te queda. Así las cosas.