AMLO y la 4T, un gobierno Ponzi
El populismo es como un Esquema Ponzi.
¡Por favor, dígame que recuerda qué es un Esquema Ponzi! Lo comentamos hace no mucho y le dije que vendría en el examen.
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El Esquema de Ponzi es una forma de estafa piramidal, en la cual se atrae a muchos inversores bajo la promesa de enormes utilidades: Si yo convenzo a un pequeño grupo de incautos de que al cabo de un par de meses duplicarán su inversión, pagaré los réditos de los primeros con lo que inviertan los segundos; lo de los segundos con la inversión de los terceros y así...
¿Así hasta el infinito? No precisamente. Sólo los muy primeritos tendrán un beneficio, y servirán como gancho para atraer al resto de pobres infelices que entregarán con todo gusto su dinero con la esperanza de obtener las mismas ganancias que aquellos otros que los atrajeron.
Al cabo de un tiempo la deuda resultará impagable y la pirámide colapsará, dejando al grueso de los “inversionistas” llorando y en bancarrota.
Es la bonanza de unos pocos a costa de la desgracia de muchos, con el estafador a la cabeza de este esquema, desde luego, llevándose la mejor parte.
Aunque sus orígenes se pueden rastrear hasta el siglo 19, el nombre de Esquema Ponzi se le otorga en honor a un tal Carlo Ponzi, un delincuente italiano que forjó su propia visión del sueño americano despelucando gringos.
Hace poco cobró auge una modalidad del Esquema Ponzi llamada La Flor de la Abundancia. Una trampa adornada de “buenas intenciones” que dejó a un puñado de ganones, pero en cambio incontables damnificados económicos.
La esencia de un Ponzi consiste en convencer a los incautos de que el dinero se invertirá en una actividad productiva muy rentable: la explotación de algún mineral, el intercambio de divisas, operaciones bursátiles, cuando en realidad no se invierte en absolutamente nada.
Y justo así operan los gobiernos populistas. No se preocupan en absoluto por las áreas productivas, ni por atender sus obligaciones como proveedores de salud, educación, seguridad o infraestructura para los ciudadanos.
Pero (para dar una falsa impresión de bonanza, buen gobierno y acertado manejo de las finanzas) son capaces de dispendiar todo el presupuesto y repartirlo entre los electores que, desde luego, estarán contentos con un régimen que les reporta un beneficio contante y sonante.
Pero sobre todo, estarán motivadísimos a refrendar a ese mismo gobierno en las urnas la cantidad de veces que se lo soliciten.
¡Pensión para todos! ¡Becas para todos! ¡Apoyos para todos! Así, de manera indiscriminada, sin un plan, sin un control ni un criterio porque, después de todo, no hay mejor forma de justicia social que pulverizar el presupuesto y repartirlo entre todos, ¿no? ¿Qué podría ser más democrático que una política de reducir el pastel a migajas y darle a cada ciudadano la suya?
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Pero, al igual que el Esquema Ponzi, el populismo es insostenible. Y un buen día el embaucador que sedujo a una primera generación de incautos sale de escena, hasta eso, entre porras, vítores y aplausos de agradecimiento, porque le pudo cumplir su elevada promesa a la primera camada de “inversores”.
El problema, sin embargo, será cumplirle de igual manera a los “inversionistas” de segunda generación, a los de tercera, cuarta, quinta y así... ahora sí, hasta el infinito.
Nuestro encantador de las masas está igualmente a punto de “retirarse”. Feliz porque cumplió el anhelo de “justicia social” de un pueblo históricamente maltratado por la desigualdad y por los abusos de la clase opulenta. Le dio su migaja a cada quien y eso lo vuelve el mejor Presidente que jamás hayamos tenido.
Pero, como ya nos enseñó Ponzi, el pastel no es eterno y un día no habrá suficientes migajas para todos y luego, muy seguramente, para nadie. Por desgracia tampoco habrá hospitales ni medicamentos, educación, infraestructura o un cuerpo de seguridad con qué combatir a los cárteles y al crimen organizado. No habrá ningún bien o institución o servicio en lo colectivo porque todo se habrá gastado en lo individual.
Claro, para entonces, el mejor Presidente de México ya no estará en el Poder... para su propia fortuna. Así que nada de ello será su culpa (no obstante sea él y nadie más el autor de semejante catástrofe).
Así sostienen por un corto tiempo su ilusión de prosperidad los gobiernos populistas, derrochando hoy a costa de sacrificar el mañana de toda la Nación.
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Estamos ya en la ruta de un proceso electoral que −todo indica− refrendará como forma de gobierno al Esquema Ponzi.
Un gobierno estafador que cierra ya su primera etapa de fiesta y derroche para pasar a una segunda fase, más austera, con ciertas dificultades ya para sostener el mismo ritmo de gasto en “programas sociales”, no sé por cuánto tiempo hasta su final colapso.
No hay otro posible desenlace, así es como termina siempre, invariablemente el esquema Ponzi y desde luego, también el populismo.