Aprovechar el agua de lluvia: un reto urgente en la región Sureste de Coahuila
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Mejorar la gestión del agua es una meta que debemos conquistar con urgencia en la Región, a fin de garantizar la viabilidad futura de nuestras comunidades, tanto urbanas como rurales
Uno de los retos fundamentales que enfrentan regiones como la nuestra, donde el agua es escasa, es el de eficientar la gestión de dicho recurso natural. No se trata de un reto nuevo, pero sí de uno que debe asumirse de forma urgente debido a las circunstancias actuales.
El crecimiento de la mancha urbana, la multiplicación de procesos industriales y el aumento de la superficie en la cual se realizan actividades agropecuarias ha generado una presión sobre la disponibilidad del líquido del cual disponemos.
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Un elemento que parecería obvio señalar, pero que no debe soslayarse es el hecho de que todas las fuentes de agua de las cuales dependemos son subterráneas. Tenerlo claro implica asumir la necesidad de atender el ciclo de recarga de los acuíferos y hacernos cargo de lo que implica.
En este sentido, el reporte que publicamos en esta edición, relativo al proyecto de construcción de medio centenar de nuevas presas de gaviones, en las faldas de la sierra de Zapalinamé, nos habla de la existencia de una visión en la dirección correcta.
Tampoco se trata de una idea nueva. Ya en el pasado, como se informa en el mismo reporte, se construyeron más de 70 presas de este tipo. La idea detrás de tales proyectos es la misma de siempre: hace falta “contribuir” a que la recarga de los acuíferos de los cuales dependemos tengan una recarga más rápida que la posible de forma natural.
Hacer tal asegura que el agua de lluvia, que en nuestra región suele caer de forma intensa en periodos cortos, se pueda retener durante más tiempo para que se infiltre al subsuelo y garantizar así una mayor recarga.
Es necesario tener claro que apoyar una mayor infiltración no es una “solución mágica”, ni constituye la única acción necesaria para mejorar la gestión del agua en la región. Adicionalmente debemos mejorar −y mucho− la forma en la cual se utiliza el agua para actividades agrícolas.
Y es que aquí es necesario tener claro que el mayor volumen de líquido es consumido por estas actividades. En México, en promedio, el 70 por ciento del agua es utilizada para el riego de cultivos y para diversas actividades pecuarias.
En síntesis, lo que se requiere es un plan integral de gestión de los recursos hídricos de la región, estrategia que no hemos tenido hasta ahora y que no hace falta argumentar mucho para tener claro que es indispensable para garantizar la sustentabilidad de nuestras comunidades.
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La lluvia, que forma parte del ciclo natural del agua, es el único mecanismo que existe para garantizar que las fuentes de las cuales nos abastecemos no se agoten y nos conduzcan, primero, a una situación de crisis y, después, a presenciar un colapso.
El plan que se ha anunciado constituye un primer paso relevante en ese sentido, pero es uno que debemos dar de prisa y complementarlo con otros que son igualmente importantes y urgentes.