Aranceles y decadencia
El T-MEC ha concluido porque uno de sus miembros ha trastocado los acuerdos con objetivos que no son económicos
La colocación de excedentes de capital de los países industrializados que se impuso al mundo subdesarrollado a partir de la década de los setenta del siglo 20 (expansión progresiva del capital a nivel global), con inversiones directas y financieras, se revirtió precisamente por las contradicciones con las que inició: migración resultado del desplazamiento de fuerza de trabajo y salarios reducidos; y el avance económico planeado y estratégico de países emergentes, sobre todo el BRICS+ (Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica y otros). ¿Retorno del proteccionismo económico?
Aparte de contener la migración y el combate al narcotráfico, hay otros intereses económicos y políticos del proyecto oligárquico de Donald Trump. Los aranceles generalizados de 25 por ciento aplicados a México y Canadá (menos petróleo y otros energéticos) y a China 10 por ciento adicionales a otros anteriores, expresan crisis de globalización y la transición al mundo multipolar. Son cuestionables las causas de la decisión impositiva.
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Según la Universidad de California en Los Ángeles (La Jornada, 27-01-25), en los años del COVID la participación de los latinos en el PIB real estadounidense fue 41.4%, de 2.8 billones de dólares en 2019 a 3.7 bdd en 2022 y la tendencia es ascendente; al año 2022 el consumo de latinos fue de 2.53 bdd, casi 68% del PIB de esa nación.
Así que las deportaciones masivas causarían efectos nocivos. Por otra parte, en el vecino país no realizan estrategias de prevención del uso de drogas, además ni se sabe que autoridades de seguridad hayan capturado a poderosas mafias de venta de estupefacientes o aplicado algunos mecanismos para evitar lavado de dinero en su sistema financiero.
El T-MEC ha concluido porque uno de sus miembros ha trastocado los acuerdos con objetivos que no son económicos; de darse el caso, se requeriría un nuevo acuerdo comercial que incluiría aspectos fuera de lo estrictamente comercial.
Obvio que esa política arancelaria afectaría de manera importante la dinámica económica de nuestro país, ya que perderán competitividad 84% de las exportaciones que se dirigen al país del norte.
Lo que en el mediano plazo induciría a las empresas instaladas y de relocalización a trasladarse a espacios estadounidenses, con efectos negativos en crecimiento, desempleo, recaudación, tipo de cambio, entre otros muchos más.
Las decisiones del estridente Trump serán contraproducentes. Según cifras oficiales (La Jornada, 30-01-25) 89.8% de sus importaciones mexicanas a EU son manufacturas, de las cuales 36.5% máquinas y electrónicos, 27.9% transportes, 8.9% productos agrícolas y de industria alimenticia, 7.6% minerales y metales y 19.% otros.
De tal manera que en el corto plazo en el mercado estadounidense se elevará el precio de gran cantidad de mercancías intermedias y de consumo final, lo que provocará inflación y, por consecuencia, elevación de tasas de interés, reducción en inversión y empleo.
Otro factor inflacionario: el traslado de empresas a territorio estadounidense, aumentarán sus costos de producción por elevados salarios respecto a retribuciones en el mercado laboral mexicano.
Ante la incertidumbre y elevación de precios, es significativo que la Reserva Federal no modificó las tasas de interés referenciales, es decir, entre 4.25 y 4.50%, alejándose de esta forma de su meta de 2%.
Aranceles a importaciones de Estados Unidos a México -como Canadá- sería contraproducente por la espiral inflacionaria que implicaría, aunque no se descartan para productos específicos.
De continuar la guerra comercial -inclusive con la Unión Europea-, se ampliaría el posicionamiento global de los BRICS+, que tendrán moneda propia -ya amenazados por Trump-, lo cual no abona al proyecto supremacista del desorientado populista de derecha.
Ante lo insostenible de efectos negativos en las tres naciones norteamericanas, son previsibles futuras negociaciones de alto nivel, tanto económicas como de seguridad y sobre todo migratorias.
La presidenta Claudia Sheinbaum convoca a la colaboración -no subordinación- y requiere respaldo de la sociedad mexicana, incluida la derecha académica, política y mediática. En todo caso, la decadencia del imperio es evidente y ha perdido su hegemonía.