Arquitectura bilateral: Equilibrar la balanza en los recursos del espacio

Opinión
/ 7 abril 2024

La velocidad con la cual la información y la tecnología avanza el día de hoy produce vértigo, nos hace sentirnos lentos en un sentido, y en otro, nos hace cuestionar prácticas, creencias e ideas; tanto si son susceptibles de conservarlas como si es necesario cambiarlas, reinterpretarlas y avanzar.

La balanza, generalmente se inclina hacia los extremos antes de lograr un equilibrio. Desde las disciplinas inmersas en las humanidades, hasta las ciencias duras, hoy todo es cuestionado, cuestionable y se sumerge en el caos antes de ser armonioso. En este sentido, la sustentabilidad es un concepto que nace en la década de los sesentas cuando se gestan los grupos ambientalistas, como se puede observar, no es nuevo y al parecer, cada vez se habla menos del tema. Ésta se define por primera vez cuando se habló de desarrollo sustentable en 1987 y en pocas palabras afirma que, no podemos servirnos de los recursos de forma irracional, sino que es necesario hacer que la balanza se encuentre alineada de tal forma que, las siguientes generaciones tengan la posibilidad de seguir apreciando tal o cual recurso.

Sin embargo, Michel Rojkind, arquitecto mexicano, cuestiona en una entrevista reciente, este concepto y menciona: “hoy no hay nada que sostener, si queremos sostener el modelo que llevamos, se acaba el planeta, entonces ¿por qué no empezar a hablar de regeneración o de reciprocidad? Toda esta larga introducción y esta serie de ideas me llevó a reflexionar sobre la reciprocidad en la arquitectura y específicamente sobre el arte en los espacios públicos. La reciprocidad definida como lo que es igual para uno que para otro. El arte como vehículo para devolverle al espacio vacío y común la opción de ser bello, de informar, de conectar con sus usuarios a través de las memorias que evoca, de lo que denuncia, de su uso o de su apreciación.

Se ha hablado sobre la arquitectura efímera, y en alguno de sus discursos se encuentran las obras inmersivas que son temporales, generalmente responden a ciertos lineamientos y sobre todo tienen diversas lecturas e interpretaciones, es decir: comunican algo y por lo tanto tienen esta dimensión de reciprocidad. Pero ¿qué pasa cuando lo que se instala en un espacio público no comunica nada? ¿qué pasa cuando una obra de arte necesita de una hoja de sala del tamaño del muro de Berlín para darse a entender?

Se dice que una obra es arte cuando tiene ciertas características, que comunican o evocan algo en el observador, es decir, expresan algo en sí mismas por medio de un lenguaje visual o referencias comunes: son provocativas y evocativas. ¿Qué pasa cuando el arte y la arquitectura se unen en una instalación que se dispone en un espacio público? Para que exista la reciprocidad se requiere de dos actores o más, es decir: entender, apreciar y tener en cuenta al otro, su historia y sus intereses. Es imposible expresar algo cuando se utilizan elementos que solamente una de las partes entiende, que no tienen referencias o no conectan con quien las lee o interpreta, por lo tanto, al hablar del arte como medio de expresión en un espacio público, es necesaria la reciprocidad; darle al espacio, lo que dentro de este mismo se le restó.

La forma en que se anuda la obra con la percepción que se tiene de ella, es fundamental. Entonces, me surge la última pregunta: ¿cuál es la expresión, interpretación, lenguaje visual, sentido o uso de las “jaulas” que se instalaron en Paseo Capital? Ya lo mencionó Alfredo De Stefano el pasado 1 de Abril en este mismo medio cuando hablaba de la ejecución ágil como una de las lecciones clave de los ejemplos análogos europeos: “En Europa, existe una voluntad política, empresarial y ciudadana que acepta con agrado los cambios, mientras que en México no”. La elección de las obras que se realizan en pro de la ciudad y sus habitantes por parte de estos tres órdenes que menciona De Stefano y lo que se quiere expresar por medio de ellas para su uso, disfrute y apropiación, debe responder a esta reciprocidad, para que el espacio público sea un elemento identitario, equitativo y sustentable.

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