Block de Notas (14): Calor, alcohol y violencia, fatal combinación

Opinión
/ 2 octubre 2023

El mundo no me interesa. Usted lo sabe. Nunca ha sido lo mío, pero hoy, menos. He vivido y disfrutado lo suficiente. Estoy tan feliz con este chingadazo de vida que se lo agradezco a Dios. No conozco París, tampoco Praga, menos Dublín y claro que me gustaría. Pero con base en mi patética realidad económica y con base en mi edad, en el otoño de la vida, pues tal vez nunca voy a ir a la tierra de Jean-Arthur Rimbaud, Paul Verlaine, James Joyce, Oscar Wilde, William Butler Yeats, Franz Kafka... En fin. Pero me siento a gusto, muy a gusto con lo que he vivido en este mundo real.

Este año, precisamente este año, he reconsiderado mucho más mi presencia terrena. Es decir, debo de tomar una decisión, un camino de una bifurcación posible: o me compro 10 minisplits para climatizar mi choza (diez, sí, uno sólo no da abasto con el infernal calor) y bajarle temperatura al dantesco calor de 7 meses que ya es el tiempo que dura el verano, o bien, me pongo a ahorrar desde ahora para irme a vivir al frío de Groenlandia. Lo que queda de este continente frío.

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Escribo estas apresuradas notas en mis cuadernos los días sábado, domingo y lunes del 23 al 25 de septiembre. ¿Temperatura promedio? 32 grados diarios. La estación del verano ya casi es perpetua. Un eterno verano. Y usted lo sabe, abomino del calor y del sol jurado y preñado de espanto. Ya casi todo el año, este año, me he quejado amargamente del maldito calor. Lo sigo haciendo. Alguna vez y aquí se lo dejé por escrito, el académico y periodista Luis Carlos Plata me mandó una frase: “Con el calor no se puede pensar, máster”. Plata siempre tiene la razón. Y hay, como juego y rueda rodando, un personaje del Nobel Albert Camus en una novela no pulida, la cual se encontró en su maleta y en sus cuadernos cuando éste murió prematuramente en un accidente automovilístico, el personaje casi textual espeta lo de Plata: con el calor es imposible pensar y concentrarse.

Aunque traigo perdida la cita textual, pronto se la presentaré aquí. Es del texto “El Primer Hombre” que, no obstante no haber sido corregida por su autor y estar en proceso de trabajo y creación, es una maravilla lo que se sabe y se ha editado de ella. Es decir, hay dos o tres versiones editadas, yo tengo una de no muy buena traducción, pero que se deja leer y se lee entre líneas al mejor Camus. ¿Alguien ama el calor soporífero del verano? Tal vez decenas de ciudadanos, pero no yo, y al parecer menos Albert Camus. Lea usted a vuela pluma y al azar algunas citas de “El Primer Hombre”...

“En los días calurosos, el espeso cielo azul se extendía sobre la calle como una tapa humeante, y la sombra era fresca bajo los portales”. “A lo largo de las semanas y los meses, el sol, cada vez más intenso, cada vez más caliente, había secado, luego secado, luego tostado las paredes, había molido el yeso, la piedra y las baldosas hasta convertirlas en un polvo fino...”. Una cita más: “El verano era demasiado largo –dijo la abuela, que acogió con el mismo suspiro de alivio la lluvia otoñal y la marcha de Jaques, cuyo monótono deambular por los tórridos días, en habitaciones con persianas cerradas, contribuía a su irritación...”.

ESQUINA-BAJAN

Creo que usted ya notó rápidamente la ecuación propuesta por Albert Camus: el largo verano y su calor y sol demoniaco provocan... irritación, irritabilidad, violencia, desasosiego, desesperación. El calor provoca (amén de no poder pensar) alteración en los procesos de conducta personal y colectivo, aumenta la violencia e induce suicidios. Lo dice un investigador que ha relacionado los patrones de violencia y suicidios con el calor demencial por más de 30 años, Craig A. Anderson, de la Universidad Estatal de Iowa.

Nota uno: Lea las siguientes noticias en el paraíso Tesla. Hay un matrimonio perfecto, un coctel explosivo: alcohol, violencia y el feroz calor. “Balean a vato que lavaba su auto”, martes 19 de septiembre. “Matan a boxeador de golpe en la nuca. Lo noquean para siempre. Fallece morro a más de dos meses de recibir trancazo cuando entrenaba”, miércoles 20 de septiembre.

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Nota dos: “Muere mujer en riña campal. Deja lunático a niñas huérfanas. Mónica fue embestida con una camioneta por un rival, muriendo al instante”. Domingo 24 de septiembre. La madre tenía apenas 25 años, Mónica Lizbeth. Estaba conviviendo (tomando bebidas embriagantes) con su novio y amigos afuera de su casa. Eran las cinco de la mañana. Colonia El Escorial. ¿Por qué no lo hicieron adentro de su casa, seguros y en confianza? Lo adivinó: el calor. ¿A qué temperatura cree usted que están dichos palomares?

Nota tres: “Asesinan chundos a un padre de familia”, 24 de septiembre. “Riñen 60 pandilleros en la Bella”, 24 de septiembre. “Pelean hijos y hieren al papá”. “Lo tasajean en toquín”, “Amigos lo apuñalan”, “Intentan linchar a dos”, “Pandilleros dejan moribundo a hombre”... Esto es cada jueves, viernes, sábado y domingo en la región Sureste de Coahuila. Calor, alcohol y violencia, fatal combinación.

LETRAS MINÚSCULAS

El sol y el infernal calor son tan abrumadores que hasta los profetas, como Jonás, prefieren morir a soportarlo: “Y acaeció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano; y el sol hirió a Jonás en la cabeza y desmayábase, y se deseaba la muerte, diciendo: mejor sería para mí la muerte que la vida” (3:8).

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