Block de notas (37): México y Estados Unidos, vecinos distantes

Opinión
/ 16 diciembre 2024

Trump ya no va a ningún lugar: va a ser presidente de EU por segunda vez, es millonario, es viejo y puede hacer absolutamente lo que quiera en su territorio

La vida se ha achatado en demasía. Este ya no es mi mundo, usted lo sabe. El mundo actual ni lo sé, ni lo conozco, ni me sabe. Es como el agua que todos los humanos toman: incolora, inodora e insípida. ¿Agua? Es para los rumiantes. Yo jamás he tomado agua. Jamás. Por eso sigo tomando bebidas espirituosas, si acaso se pueden definir así: un buen vino. Producto no del hambre, sino de la civilización y el goce de los sentidos.

Este ya no es mi mundo. Y cuando me vaya, no me duele ni me va a doler dejarlo. Hay un libro el cual releo siempre, “Fin de Siglo y Otros Poemas”, de un humano y mexicano ejemplar, el gran poeta José Emilio Pacheco. Usted lo sabe, su famoso “Inventario”, en “Proceso”, sólo salía firmado así: JEP. El libro lo he comprado varias veces donde lo veo. Una de las últimas ocasiones lo adquirí en una edición maltratada en un polvoso y antiguo bazar en Monterrey. Tapas marchitas, contenido explosivo.

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El libro ya lo llevé con mi encuadernador de cabecera para acicalarlo, refilarlo, y sí, le pongan una pasta dura, la cual se merece semejante poeta. Premio Cervantes antes de morir, es decir, la antesala del Nobel de Literatura. Antes de entregarlo en terapia intensiva, lo hojeé al azar. Quisieron los hados encontrara en sus versos esta cita, la cual, usted lo sabe, es mi estribillo machacón de siempre:

“La ciudad en estos años cambió tanto

Que ya no es mi ciudad...”.

Todo lo anterior, mis palabras son un torpe liminar para entrar en materia: lo de Donald Trump ya estaba cantado desde la década de los ochenta del siglo pasado. Es decir, no se necesita ser un genio ni tener una bola de cristal a la mano para un poco imaginar un futuro, ser un futurólogo que, al final de cuentas, con un poco de información o mucha, se logra y se cumple siempre. Es el caso de hoy: he releído (lo estoy haciendo) un libro de un periodista, Alan Riding, el cual causó con su momento un cisma, un terremoto en México, en Estados Unidos y en el mundo. Fue su libro “Vecinos Distantes” de 1985. Para fortuna mía, tengo la primera edición.

¿A qué viene lo anterior? Pues viene a todo y le queda a todo. Muchos de los conceptos, ideas y análisis del periodista se están cumpliendo fielmente a la fecha. Milimétricamente. Pero hoy, ¿quién puede presumir de haber leído a Alan Riding y su libro “Vecinos Distantes”?

Nota uno: Lea usted lo escrito por Riding en 1985: “La frontera entre Estados Unidos y México, epítome de la creciente interdependencia entre los dos países, podría ser militarizada repentinamente, provocando serias tensiones entre la población hispánica y la anglosajona...”. ¿Le suena lo anterior? ¡Ja! Es justo lo que va a ocurrir o lo que ya prometió Donald Trump. Y Trump, le recuerdo, ya no va a ningún lugar: es decir, va a ser presidente de EU por segunda vez, es millonario, es viejo y puede hacer absolutamente lo que quiera en su territorio. Es Estados Unidos, no es México, y les vale madre absolutamente todo lo demás. ¿Un día sin mexicanos? Va por tres años sin mexicanos, pues.

ESQUINA-BAJAN

Nota dos: Volvamos a Alan Riding. Recomiendo usted compre de inmediato el libro, si acaso no lo ha leído, y lo repase con plumón rojo: “... Como respuesta al caos de los vecinos (México, claro), Washington podría sentir la tentación de intervenir...”. Pues sí, es justo lo que está planeando Donald Trump y su grupo de inteligencia en contra de los cárteles de criminales que, al parecer, son protegidos por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y su hija predilecta, Claudia Sheinbaum. Una colonización silenciosa.

Nota tres: Por cierto, al día de hoy no sé si viva o muera el gran periodista y escritor Alan Riding. Y paradojas de la vida, no es gringo, sino brasileño. Se educó en Inglaterra y habla al menos cinco idiomas. Fue corresponsal de los mejores diarios gringos y vivió en México una década, que fue cuando escribió este libro perturbador sobre la esencia de los mexicanos. Luego de su estancia en el país, se fue a París, Francia: sí, la eterna cuna de la libertad e igualdad.

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Nota cuatro: Lea usted al periodista: “Al combinarse la obsesión de los españoles (durante la Conquista) por el honor con la humillación de los indígenas al ver a sus mujeres tomadas por la fuerza surge la forma del machismo mexicano particularmente perversa: la defensa del honor del español se convierte en la defensa de la frágil masculinidad del mexicano... en la práctica, esto toma la forma de la adoración por el ideal femenino, ejemplificado en la imagen doliente, abnegada y ‘pura’ Virgen de Guadalupe y personificado en la madre de cada mexicano...”.

Nota cinco: ¿Le suena lo anterior? Pues sí, fue el ayate, la tilma, el vestido que utilizó en su campaña presidencial la Sheinbaum para “conectar” con el sur, siempre atado a la religiosidad, siempre atrasado y creyendo en milagros. Ella misma, un milagro creado de la nada, una mujer de la política instaurada por generación espontánea e hija de AMLO.

Nota seis: Leamos por última vez a Riding el día de hoy: “...la corrupción de la policía, tradicionalmente, ha ido mucho más allá de las cuestiones de tránsito. La policía ofrece protección a los grupos dedicados a la droga, al contrabando...”. ¿Le suena conocido lo anterior?

LETRAS MINÚSCULAS

“Vecinos Distantes” (1985) de Alan Riding. Así estamos. Y vamos para peor. Vamos iniciando esta exploración de la mano de Riding.

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