Block de notas (51): En teoría, no estamos en guerra

Opinión
/ 31 marzo 2025

Hartos comentarios me siguen llegando por la saga de temas aquí perfilados. A todos los temas voy a seguir agregando letras, pero caray, no podemos sustraernos a la brutalidad en la cual estamos inmersos en este abnegado y demudado país llamado México. La violencia se hizo cotidiana, bestial y brutal. Tan cotidiana y a la mano y a ojos y oídos al alcance, que desgraciadamente a nadie espanta el día de hoy. A nadie.

Muchos comentarios me han llegado de un aparente detalle insignificante, pero el cual es sintomático: la raíz “teo” tanto en náhuatl como en griego es lo mismo: “Dios”. Teotihuacán, teología, Teopanzolco; Teochitlán (Teuchitlán), Jalisco. ¿No se le hace absolutamente perturbador? Lo anterior es una idea la cual me regaló el científico, don Guillermo López en nuestra tertulia ya semanal en ese lugar ya preferido por todo mundo “Feligrez”.

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Ríos de tinta están corriendo a nivel internacional para comentar lo anterior. Ríos de tinta están corriendo en México para documentar algo impensable en pleno siglo XXI. Pero esto y no otra cosa es lo que nos retrata de cuerpo entero: somos depredadores, salvajes. Aunque Claudia Sheinbaum trate de desviar diario el foco de atención. Somos noticia internacional por la barbarie, la brutal barbarie de operar de los criminales. En un país donde aún se dan “abrazos y no balazos” dijo el ya repudiado expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Somos “sádicos... imaginativamente sádicos”, nos ha definido John Lee Anderson. Especialistas y consultores independientes, no los claques del gobierno oficialistas de Morena, hablan de que en ese osario, ese campo de exterminio en Jalisco, al menos deben de haber muerto mil 500 seres humanos. ¿Igual a la Alemania Nazi del abominable Adolf Hitler?

No, es algo peor. Porque en teoría y sólo en teoría, no estamos en guerra. Y claro, salta a la vista que al Presidenta, la Shein, aún culpa de esto a... Felipe Calderón. Puf. Tiempo raro, extraño, para meditarse largamente lo que sucede diario en nuestro país y claro, también aquí en el vecindario. Lo he explorado antes: definitivamente hay algo muy podrido en el ser humano, hay una raíz del mal la cual nos habita. ¿Es algo intrínseco, nace con nosotros o es el entorno el cual nos moldea? ¿El mal está en nuestra genética, en nuestro ADN. De ser así, por qué no todos somos violentos. Lo contrario: por qué no todos somos, digamos, calmados y porque entonces hay algunos seres humanos excepcionales que literalmente dan la vida por otro ser humano? ¿Cuál es la raíz del mal?

¿Cuál es la raíz podrida que tenemos los humanos la cual aflora a la menor provocación posible y provoca semejante dolor y matanzas sin fin, como los desaparecidos en Jalisco? ¿Por qué no hay huesos o bien, porqué hay tan pocos restos óseos para identificar a las posibles víctimas? La bestialidad es propia de animales, pero ahora, los criminales desaparecen a los mexicanos en... ácido o los incineran.

Una vez más necesitamos usted y yo explorar lo anterior delineado, señor lector. Lo voy a hacer con las únicas herramientas que tengo en mi mano: discurrir, mis lecturas, tratar de cuadrar un puzle y reflexionar, reflexionar harto sobre este mal que nos tiene agobiados en México: la violencia extrema, el mal por hacer el mal. Si usted lee periódicamente la Biblia y es cristiano o católico (es lo mismo básicamente), recuerda que en Génesis 3:5, apenas iniciando historias, se lee de nuestra tragedia eterna: “Dios sabe que... tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”.

ESQUINA-BAJAN

Nota 1: El libre albedrío. Y si conocemos lo malo, ¿por qué muchos humanos se decantan por él? Lo he contado aquí antes y en par de ocasiones. Hay un libro perturbador (llevado al cine con éxito recuerdo y al menos, en dos ocasiones), es una buena novela llamada “El señor de las moscas” del Nobel de Literatura, William Golding. Aquí, usted lo sabe, el autor hace aterrizar en una isla desierta a un grupo de niños los cuales luego de un percance aéreo y sin la guía de un adulto, buscan su propia manera de convivir, buscar alimento y organizarse en eso llamado sociedad y crear lazos entre ellos.

Nota 2: Usted pensará que siendo niños, todo entre ellos será convivencia pacífica, compañerismo, ayudarse unos a otros, preocuparse mutuamente... nada más alejado de la realidad. En el tejido de la novela afloran y bullen las pasiones humanas las cuales son aún más terribles por la edad de los personajes: niños frisando apenas los diez años de edad.

Nota 3: Lea la novela: violencia extrema, muertes y asesinatos brutales y sádicos entre ellos. ¿Por qué? Porque se enfrentan por uno de los placeres primigenios del hombre, como los narcotraficantes aquí: el poder. Usted me dirá que es literatura. Pues sí, pero nada más cercano a la realidad que la literatura. En días pasados, un chaval de 16 años mató de certera puñalada a otro chaval de 17. No fue en Tepito, no; fue aquí, en el vecindario.

Nota 4. “La voz de la sangre 2”: “El coronel Bufanda traía la mano tiesa de lanzar granadas. Los mesones desarmados eran el del Águila y Las Carolinas...” Este carrancista mató a todo un cuartel de villistas desarmados. Más de 300 muertos. Lo cuenta Nellie Campobello en “Cartucho”.

LETRAS MINÚSCULAS

Este y no otro es nuestro ADN: la barbarie, la violencia sin fin. La muerte atada a los bolsillos del pantalón. Siempre.

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