Café Montaigne 281
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No pocos comentarios he cosechado con la saga de textos, al menos dos o tres al día de hoy, con motivo de los aniversarios o efemérides que se van a celebrar mundialmente; la ocasión anterior le hablé a trompicones de Frida-Sufrida. Es decir, Frida Kahlo, pintora mexicana que se vestía de hombre o mujer, era mujer u hombre según como se levantara de día y... poco tiene que ver eso con el arte. Pues sí, me cayeron a palos. Unos. Los otros coincidieron conmigo: eso no es arte. Es patología, enfermedad, pero no arte.
Le repito lo de la vez anterior, cosa que nadie o pocos saben: la obra de Frida Kahlo (la poca que hay), está en la “Casa-Museo Dolores Olmedo”... pero ni cuadro en la Casa Azul o la Casa de Diego y Frida en Coyoacán. Otra: las pinturas, la obra de la Kahlo es tan milimétrica (en el sentido peyorativo del género), que 99% de ellas son del tamaño de una hoja de máquina. No sabía bailar, no sabía pintar más allá de un ladrillo. ¿Se las pintó sus mejores obras el gran Diego? Es una teoría que varios especialistas manejan. Yo coincido plenamente.
Avanzamos: pero mi anterior y torpe opinión en nada debe de influir para que mi admirada maestra, la Secretaria de Cultura, Esther Quintana, traiga una buena exposición de ella a Coahuila. O bien, obra de David Alfaro Siqueiros, de quien se cumplen 50 años de su muerte. Pero bueno, esto no es un anhelo, no, debe de ser una obligación. El tremendo “Cowboy urbano”, el gobernador Manolo Jiménez lo que promete lo hace. Lo cumple. Vamos a otro nivel. Y vamos a pasos de gigante. Le creo. Vamos por todo: se cumplen 80 años de la muerte del pintor noruego, Edvard Munch (1863-1944). ¿Le suena? Sí, el creador, el pintor de una de las más famosas y perturbadoras obras de arte: “El grito”.
Es obligación también que se consiga que llegue una obra al menos, de semejante pintor que no habla de arte no; habla de nosotros los humanos, habla de la historia de la humanidad y de ese algo tan intangible como terreno: el dolor, la angustia, los miedos, el silencio (paradójicamente); sí, el grito sostenido. Pero también en este año se cumplen 80 años de un pintor, crítico, escritor y poeta, uno de los más grandes del mundo, aunque pocos saben de él. Modificó el eje de la tierra, es Vasili Kandiski: iniciador del arte abstracto el cual aún hoy, domina al planeta. Uno de sus libros me ha marcado: cito de memoria, “Línea y forma sobre el plano”. ¿Así es? El título abandonó mi memoria, no así su contenido.
Avanzamos en un más acá latinoamericano: este y como siempre, es un año con letras de Gabriel García Márquez, el santo patrono de Colombia. Se cumplen diez años de su muerte, se va a editar y sale a la luz pública su novela póstuma, “En agosto nos vemos” y algo propio para jóvenes que no saben leer: en Netflix se estrena una serie o miniserie, la verdad no sé de ello ni me interesa, basada en su obra cumbre: “Cien años de soledad”. Ya hoy hay gran polémica por la novela póstuma. El gran Gabo nunca la dio por terminada. Pero los derechos de autor (la lana, pues) es brutal. Y su familia la entregó a la imprenta. En fin, nada nuevo.
ESQUINA-BAJAN
Y claro, se cumplen y se celebran por todo lo alto los 125 años de un tipo universal, el divino ciego Jorge Luis Borges. Tanto de Borges como de García Márquez hay mucho por citar, explorar y releer. En muchas aristas insospechadas. Y eso debemos de hacer justamente: leer y releerlos en clave nueva, para interpretarlos y re-interpretarlos en esta “nueva realidad”, es decir, nuestra realidad. El hoy y aquí.
Un rápido y somero ejercicio crítico: le propongo quemar toda la obra de Gabriel García Márquez bajo los nuevos estereotipos que hoy se manejan: equidad de género, neo entes, conductas morales incorrectas y punitivas, censura al por mayor, etcétera. Lo bueno es que las “Femi-nazis” gritan, pero no leen. Vea usted lo siguiente. El matusalénico y vetusto Dictador de un país cálido e insular de las ficciones/realidad de Gabriel García Márquez, es el dictador que en “El otoño del Patriarca” solía acercar a las lolitas tropicales de un Colegio vecino a su Palacio florido, con estratagemas culinarias hoy impensables para los puritanos de imaginación.
Lea usted la gran prosa del Nobel colombiano, eran ninfas de “uniforme azul de cuello marinero y una sola trenza en la espalda... nos llamaba, veíamos sus ojos trémulos, la mano con el guante de dedos rotos que trataba de cautivarnos con el cascabel de caramelo... me esperaba sentado en el heno con una bolsa de cosas de comer, enjugaba con pan mis primeras salsas de adolescente, me metía las cosas por allá antes de comérselas, me las daba de comer, me metía los cabos de espárragos marinados con la salmuera de mis humores íntimos, sabrosa, me decía, sabes a puerto, soñaba con comerse mis riñones en sus propios caldos amoniacales...”.
¡A otro público con semejante prosa! ¿Es pederastia, es un acto aberrante de sexualidad, es un placer gastronómico insano, es una enfermedad, una patología? Ja, es la vida y es arte. Gracias a Dios ya nadie lee. Sólo gritan.
LETRAS MINÚSCULAS
Se cumplen 100 años de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” del autor tutelar de Gerardo Blanco Guerra, Pablo Neruda. ¡Ah!