Café Montaigne 299: La humanidad vs. el clima

Opinión
/ 4 julio 2024

El clima es noticia. Y de primera plana. En la historia de la humanidad civilizada (es un decir, es un eufemismo) no hemos avanzado nada. O poco. Pero yo creo, nada. Es decir, imagínese usted como un habitante de las cavernas, cuando éramos recolectores y cazadores. Usted salía de su cueva (si acaso tenía morada), estiraba patas y manos, si acaso tenía un fuego a un lado para ahuyentar a las fieras nocturnas y carroñeras, ponía sus manos sobre ese fuego amigable. Salía de su cueva y oteaba el firmamento: hoy no puedo salir a cazar porque hay mucha lluvia y frío, hoy no puedo salir a cazar porque hay mucho sol y calor, hoy no puedo salir a cazar porque la vereda está tapada por un animal putrefacto, hoy no puedo salir a recolectar frutos y semillas porque el calor zahiere...

¿Lo nota? Es justo lo que pasa en el aquí y ahora: usted no puede ir a trabajar a Monterrey porque diario cualquier perro atropellado cierra la vialidad por más de siete horas. Insisto, ya es diario esto. Usted no puede mandar a sus hijos a la escuela porque hace calor. Usted no puede mandar a sus hijos a la escuela porque hace frío. Usted no puede mandar a sus hijos a la escuela porque llueve. Ja, de risa loca. En mi infancia, jamás pasaba lo anterior. O ibas a la escuela y/o al trabajo, o ibas. A huevo.

TE PUEDE INTERESAR: Café Montaigne 298: El verano perpetuo

No hemos avanzado nada desde la época de las cavernas. Los humanos ignorantes, hoy educados en celulares “inteligentes” (los humanos ya dejaron de ser inteligentes), no saben ni pueden defenderse del clima. Algo tan sencillo y complicado como defenderse del clima, el cual sigue siendo noticia. Pero nosotros los coahuilenses siempre vamos al menos un paso adelante a ciertas sociedades, las cuales se inocularon a sí mimas el germen de su propia destrucción. Vea a los vecinos regios: “Alberto”, el huracán y ciclón, los hizo trizas de nuevo. Y regresó la sombra del famoso “Gilberto”. Los regios son tan pobres que nada más dinero tienen.

La gente tan atenta como usted, que hace el favor de leerme, me preguntan del porqué no he publicado nuevos libros teniendo materiales a la mano disponibles. Tienen razón. Ya lo voy a hacer en el otoño-invierno de mi vida. La verdad, siempre los tengo en perpetua corrección. Y como descubro nuevos libros, nuevos autores y nuevas letras para abonar a mis diferentes temas, pues es un tema o libros de nunca acabar. Pero tengo que tomar una decisión, por lo cual ya les debo dar punto final. El remate y listo. No queda de otra en mi vida, ya estoy viejo.

Es el caso el cual hoy le cuento a usted. Muchos libros clásicos, en honor a la verdad, no los he leído. Por muchos y variados motivos. Claro, uno de ellos es el principal, por falta de rigor y disciplina de mi parte. Trato de subsanarlo en el día de hoy. Pero es una aventura sin final, le digo. Hace días compré una edición comercial (ni siquiera tenía dicho libro en mis estantes, puf) de la inconmensurable novela “Los Tres Mosqueteros” de Alejandro Dumas, padre. Es un tabique de más de 580 páginas.

ESQUINA-BAJAN

Al momento de redactar estas notas, ya casi lo termino y es un manjar de libro. Por eso es un libro clásico, imperecedero por la eternidad, aunque los sables, los florines, capas ribeteadas en hilo de oro y honor, ya no sean lo de hoy. Pero, surge el “pero”, desde el inicio, por ser una edición muy comercial, tiene tremendos errores de ortografía, mal punteado el texto y juro que mal traducido porque hay líneas o párrafos que la verdad no se entienden cabalmente del todo. En partes, un galimatías.

Pero, como gran obra de arte, no pude soltarla de la mano hasta terminarla, con todos los errores arriba deletreados. Llego a un punto: ya mandé pedir dos buenas ediciones y traducciones las cuales... cuestan una pequeña fortuna. Pero no resisto las ganas de releerla ahora sí, como Dios manda. Otro punto: un ensayo de muy largo aliento el cual ya tiene fondo y forma, son las letras las cuales aquí le he presentado de al menos cinco años a la fecha: el calor endemoniado y su influencia brutal y total en el ser humano y en las sociedades. Es decir, como el calor, el clima y sus estaciones nos moldean y su influencia es clara y visible (deja huellas imperecederas) en la obra de arte de los mejores creadores.

TE PUEDE INTERESAR: El futuro de México (13): La normalización del horror

Usted puede leer a Dumas y sus “Tres Mosqueteros” en cualquier clave que usted quiera aplicar y en todo habrá respuesta: fetichismo, costumbres, gastronomía, honor, carácter, moral, justicia, amor, género de raza... y claro, el clima. El siempre veleidoso clima. Apenas en el inicio del texto (Capítulo 1) y cuando el futuro héroe al cual amamos, el reconocido D’Artagnan, se va a batir en duelo con los tres mosqueteros, Athos, Porthos y Aramis, se lee: “Eran las doce y cuarto. El sol estaba en el cenit y el lugar escogido para teatro de combate se hallaba expuesto a todos sus rigores. Hace mucho calor –dijo Athos sacando a su vez la espada...”.

Es la Francia y el París del siglo 18 y los combatientes ya citados, armados y vestidos en duelo, sienten no la incomodidad, sino que tienen como factor amenazador al cacique deslumbrante, amarillo y cegador que es el sol y el siempre pendenciero calor...

LETRAS MINÚSCULAS

Mucho por presentarle aquí a usted. “Hace mucho calor...”, dijo Athos.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM