Coahuila en el Cervantino, selección sesgada
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La reciente selección de Coahuila como estado invitado a la edición 2021 del Cervantino, con la participación de creadores y ejecutantes de reconocido talento, solvencia y trayectoria, pero también con la inclusión de proyectos privados y beneficiarios reincidentes, en detrimento de proyectos artísticos consolidados, compromete una representatividad real y equilibrada del arte coahuilense en el festival más importante del país.
Juicios extraños
Al igual que anteriores convocatorias, quedan siempre al final las mismas preguntas. ¿Quién elige qué sí y qué no y en base a qué criterios?
Lo realmente escandaloso en la programación para el Cervantino preparada por la Secretaría de Cultura de Coahuila es que mientras están incluidos proyectos privados o creadores con dos o más eventos, es que no esté contemplado un proyecto fundacional como El Chanate.
El colectivo lagunero no es el único damnificado por estas raras formas de la administración pública de la cultura. Por ejemplo, en el campo de la literatura ¿Qué caso tiene presentar libros publicados hace 4 años o más y que no esté incluido, por ejemplo, quizá el más grande poeta coahuilense, Alfredo García Valdés quien tiene un par de títulos recientes publicados por editorales nacionales? ¿Por qué no fue incluida la presentación de la novela El Pasado, sobre Manuel Acuña, libro ganador del Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano, elogiado por Marco Antonio Campos, Martín Solares y Juan Villoro, editada apenas el año pasado... ¡Por la propia SEC!?
Una exclusión imperdonable
Lo hemos dicho ya: no existe en Coahuila un proyecto auspiciado o independiente que se parezca al Chanate: taller itinerante, detonador del interés por las artes gráficas en espacios públicos, galería móvil... Si el Taller de Gráfica Popular tuviera en el norte un digno un heredero, sería algo así. Ha ido desde Mérida hasta Tijuana: a ferias artísticas, encuentros culturales. En 2015, por invitación de Demián Flores, estuvo en la Bienal de la Habana. Llegó hasta Oaxaca.
Se trata de uno de los pocos proyectos autogestivos en la región sustentado por apoyos de la sociedad civil: papelerías de barrio que les donan papel, tintas, insumos.
“Se trata de un acercamiento, un diálogo gráfico. Llegan niños, gente grande y muchos jóvenes.
A veces, en una mañana, digamos cuatro horas, hemos atendido hasta medio millar de personas... se nos acaba el papel, lo cual habla de que en una sesión, se producen un total de mil estampas, o más. Es una democratización de la imagen”.
Norberto Treviño -uno de sus pilares- y uno de los artistas más serios, oficiosos y persistentes que he conocido, resume su relación con las instancias de cultura: “Han sido nueve años de discriminación y desaires. Nunca nos invitaron a la feria del libro de Arteaga. Por eso tuve la osadía, la impertinencia de meterme sin su invitación: me mandaron a un voluntario a cuestionar mi estancia y quererme quitar. No lo lograron. Ahí, uno de los organizadores de la Feria de Monterrey inmediatamente nos incluyó en su programa; nos dieron hospedaje, vendimos obra. En Coahuila ha sido diferente. Ahora se nos está negando la posibilidad de tener un diálogo con los creadores de Guanajuato, donde esta práctica artística tiene una gran difusión. Hay muchos talleres allá que nos ubican; y ahora nos hacen a un lado, sin poder realizar este diálogo de identidad cultural.
¿Tú crees que yo les pido que me lleven al Cervantino? No, sólo estoy puntualizando lo que están haciendo. Esto es clasismo, es racismo, es elitismo: es discriminación.
¿Y nuestros derechos culturales?¿Dónde quedan sus propios compromisos?. Con su ayuda lo haríamos mejor. Sin su ayuda, lo seguiremos haciendo”.
alejandroperezcervantes@hotmail.com
Twitter: @perezcervantes7