Coahuila: Feminicidios, ¿qué estamos haciendo para contenerlos?
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La estrategia para atender el fenómeno del feminicidio en Coahuila no está siendo eficaz. Urge por ello un replanteamiento que vuelva a colocarnos en la ruta correcta
Se ha dicho de múltiples formas y en todos los tonos posibles, pero habrá que insistir en cada ocasión en la cual la evidencia nos convoque a ello: el monitoreo constante de los fenómenos sociales no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para reaccionar ante lo que está ocurriendo.
Para decirlo con mayor claridad: llevar un registro detallado relativo a la incidencia de conductas específicas tiene como objetivo el constatar, en los hechos, si las acciones emprendidas para atender fenómenos puntuales de la vida pública están siendo eficaces, a fin de perseverar en ellas o, en su defecto, corregir el rumbo.
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Desde esta perspectiva, el seguimiento estadístico de los fenómenos sociales forma parte del diseño de políticas públicas que persiguen un objetivo concreto. No se trata de una acción aislada que se lleva a cabo porque hay en el servicio público personas con inquietudes estadísticas o matemáticas.
El énfasis en el señalamiento anterior viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo a una realidad en extremo indeseable: en los primeros 11 meses de este año, el Ministerio Público de Coahuila ha iniciado un número de carpetas de investigación por el delito de feminicidio, que supera en 63 por ciento a todas las iniciadas en 2023.
En otras palabras, Coahuila se ha convertido en una entidad mucho más peligrosa para las mujeres, una realidad que se ubica de espaldas a todo lo deseable.
Los cuestionamientos surgen solos: ¿por qué se ha disparado el número de episodios en los cuales una mujer pierde la vida en circunstancias violentas? ¿Cuáles son las estrategias desplegadas desde el poder público para incidir en este aspecto de la vida pública?
Como se ha comentado en otras ocasiones, a propósito de fenómenos similares, los hechos dejan poco margen para la interpretación: cualquiera que sea la estrategia desplegada, no está siendo eficaz, pues no produce los resultados esperados, es decir, la disminución de los feminicidios.
No cabe aquí, por cierto, argumentar que sí se está haciendo algo y, si no fuera por ello, la realidad podría ser peor. Ese es el argumento de los cínicos y no puede tener cabida en ninguna discusión seria.
De allí la pregunta incluida en el título de este texto: ¿qué estamos haciendo para contener los feminicidios? Se trata de un cuestionamiento honesto que pretende provocar una reflexión seria en relación con las estrategias diseñadas y puestas en práctica desde el poder público.
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Porque si las estadísticas nos dicen con toda claridad y sin ambigüedades que la variable bajo estudio se está deteriorando, a nadie debiera caberle duda sobre lo que debe hacerse: revisar la estrategia existente con el propósito de modificarla de inmediato.
No hay margen para la interpretación ni el intento de justificación. Lo que se esté haciendo, lo que sea, no está funcionando. Hace falta solamente un mínimo de honestidad intelectual para reconocerlo y actuar con la urgencia que demanda el que estemos hablando de una situación que es, literalmente, de vida o muerte.