Consejos para evitar fomentar la competencia tóxica con nuestros hijos

Opinión
/ 27 julio 2023
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El acto de competir es una experiencia que rige cada momento de nuestra vida e hijos. Los niños y adolescentes experimentan una competencia constante con sus compañeros que rodean los grados académicos, deportes, seguidores de las redes sociales, videojuegos, becas universitarias, incluso amigos. Estamos rodeados no solamente de amigos o aliados, sino de adversarios que tenemos que vencer. Debo reconocer que soy una persona competitiva. Por muchos años he jugado varios deportes como el basquetbol, beisbol, tenis, ping-pong, corredor de maratones y ahora el pickleball. Siempre he tratado de ser el mejor en lo que hago, tanto en el trabajo o en el juego. La competencia es una de las actividades más importantes que debemos impulsar en nuestros hijos, ya que prepara para la vida adulta.

Sin embargo, los niños de hoy enfrentan niveles tóxicos de competencia donde muchos padres exigen y presionan al extremo para que tengan éxito en la escuela, en sus entornos sociales, en el campo de juego, en actividades extracurriculares y en casi todos lados. El empuje para lograrlo es intenso, y nuestros hijos se están desmoronando bajo la presión y aumentando su estrés y ansiedad. Los papás en vez de ser facilitadores y motivadores para que sus hijos hagan el mejor esfuerzo sin importar el resultado, se involucran y realizan ellos mismos las actividades para que sus hijos sean los mejores. ¿Cuántos papás realizan sus tareas o proyectos para que obtengan el primer lugar? ¿Cuántos padres de familia están en la orilla del campo de fútbol gritando insultos o burlas al equipo contrario para que el equipo de su hijo gane? ¿Por qué es tan importante comparar a nuestros hijos con otros y no con ellos mismos?

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Una competencia tóxica tiene la característica de sentir celos, ira y resentimiento cuando no ganamos. He observado una gran cantidad de deportes donde los papás agreden física y verbalmente a los contrincantes o les dicen a sus hijos que no saluden al otro equipo al terminar el juego. ¿Por qué existe el miedo de perder? Entiendo que el miedo es una emoción que detona la amargura, odio, culpa, vergüenza y depresión.

No podemos evitar la competencia, ya que nuestras vidas están destinadas a enfrentar adversarios y conflictos que debemos ganar. Pero nuestros hijos se enfrentan a una competencia constante y que nunca podrán ganar. En mi consulta privada estoy atendiendo a una chica de 16 años que hace todo lo posible para salir adelante, sin embargo, recibe una mayor presión de sus padres, pues constantemente la comparan con sus amigas y compañeras: “Ya viste a tu amiga cómo obtuvo el mejor lugar de la escuela” o “en las redes sociales vi a tu compañera de salón de clases y qué bonito cuerpo tiene, ¿por qué no lo tienes tú?”. La peor competencia es compararlos con los demás.

El consejo más importante es: si quieres tener una competencia saludable y positiva debes competir contra ti mismo. Debemos tener nuestro propio marco de referencia para definir nuestras expectativas y estándares de logro. Si me gusta competir en atletismo y corrí 100 metros planos en 19 segundos y logré el séptimo lugar, debo fijarme la meta de bajar a 18 segundo sin importar el lugar que obtenga. Debemos evitar otro estés crónico que provocamos presionando que nuestro hijo sea el mejor.

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Algunos consejos:

1. Evitar la presión parental. Me encanta asistir y presenciar las actividades deportivas de mi hijo, pero las hemos convertido en competiciones serias que son supervisadas, entrenadas y juzgadas. Los juegos fueron una vez sobre el juego; ahora son sobre la presión. Tenemos que dejar que los niños sean niños, dejar el sillón de mariscal de campo, y simplemente decirles: “Me encanta verte jugar.”

2. Dejar espacios para al menos una actividad diaria que esté libre de competencia. Como adultos cariñosos, ¿por qué no planificar espacios no competitivos tanto como lo hacemos las competiciones? Mostremos a nuestros hijos que la vida es más que luchar entre sí y fomentar la empatía, compasión y colaboración para animarlos a apoyarse mutuamente en nuestro estrés.

3. Hacer algo por alguien a quien normalmente querrías vencer. ¿Por qué no ayudar a los estudiantes a identificar a alguien que normalmente perciben como un competidor y hacer algo para apoyarlos o servirles? Recuerdo haber hecho esto cuando estaba en la prepa y era jugador representativo de básquetbol quedándome después del entrenamiento para ayudarle a uno de los compañeros a mejorar sus tiros libres.

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4. La competencia no es un campo de batalla, sino de convivencia. Nunca dejes que la competencia rompa relaciones. La competencia divide a las personas, desencadena el estrés y añade a esas emociones negativas. Hay una regla general que sigo y es poner siempre las relaciones antes que las reglas, las personas antes que las políticas y la conexión antes que la competencia.

Me encanta ver los juegos profesionales de básquetbol de la NBA cuando LeBron James y Steph Curry se abrazan después de un juego de campeonato. Se notaba que estaban agotados después de la competición, pero terminó en una muestra de profundo respeto por el otro. Esto es lo que debemos modelar para nuestros hijos.

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