Copacabana e Ipanema: la misma playa para todos

Opinión
/ 13 junio 2025

En México las playas son públicas por ley, pero en la práctica muchos hoteles instalados a pie de playa hacen lo posible por marcar territorio. En cambio, en Brasil, las playas son, en una muy amplia mayoría, realmente de todos

Llegué a Río de Janeiro de noche, tras un día que se me fue entre aeropuertos y vuelos. Río es de esas ciudades que uno, a los 55 años, ya lleva en la mente, aunque nunca haya puesto un pie en ella. Pero estar allí lo cambia todo. Bastaron los 30 minutos desde el aeropuerto hasta el hospedaje para confirmar que lo que tenía eran apenas chispazos: el Maracaná, las playas, el Cristo Redentor encaramado en el Corcovado. Río es mucho más. Aun así, es posible evitar la necesidad de tomarse en esos sitios icónicos esa foto que sirva de testimonial inequívoco de que uno estuvo ahí.

Sólo estuve cuatro días. A diferencia de otros destinos en mi largo viaje, no podía darme el lujo de la improvisación. Tenía que recorrer lo más posible de Río sin traicionar mi estilo de viajero: caminar y aventurarme más allá de los circuitos turísticos. Preparé rutas, tiempos y paradas. Salvo la subida al Corcovado —que exige transporte—, a todos los demás sitios llegué caminando. Era otoño en el hemisferio sur, y aunque uno venga del norte de México con la idea de calor permanente, lo cierto es que las temperaturas ya no son tan cálidas. Caminé descalzo por Copacabana e Ipanema con mi mochila al hombro, cargando paraguas y ropa abrigadora, por si acaso.

TE PUEDE INTERESAR: Montevideo, Uruguay: entre el enojo y la resignación

Fue después de mucho andar cuando caí en cuenta de algo que me encantó: ni en Ipanema ni en Copacabana hay hoteles al pie de playa. Y qué buena decisión. No sólo se facilita el tránsito libre, también se protege el paisaje. En México las playas son públicas por ley, pero en la práctica muchos hoteles instalados a pie de playa hacen lo posible por marcar territorio. En cambio, en Brasil, las playas son, en una muy amplia mayoría, realmente de todos. Da igual si el turista duerme en una suite lujosa o en un cuarto de Airbnb: la playa es la misma para todos. Y, claramente, eso no espanta al turismo.

Hoy sé que Brasil cuenta con 49 sitios certificados por su compromiso ambiental y turístico, entre ellos 38 playas. Curiosamente, ni Copacabana ni Ipanema están en esa lista. Lo cual despierta mi curiosidad: si esas playas, sin certificación, lucen tan limpias y ordenadas... ¿cómo serán las que sí la tienen?

Una vez concluida mi visita a Río de Janeiro, a donde espero que la vida me ofrezca la oportunidad de regresar, no puedo evitar pensar en lo que habrían sido nuestros paradisiacos destinos turísticos si hubiéramos hecho valer con rigor el carácter público de las playas. Pero enseguida me detengo. Porque, ¿qué sería de nosotros y nuestros enormes egos si no pudiéramos presumir que, no sólo fuimos de vacaciones a Cancún, sino que además nos hospedamos en ese exclusivísimo hotel donde nos evitan el mal trago de coexistir en la playa con quienes no son de “nuestro nivel”?

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM