De acuerdo con analistas de bienes raíces, la Región Sureste de Coahuila registra en este momento el máximo histórico de ocupación de espacios industriales además del mayor nivel de precios en dicho sector. El dato, ¿es una buena noticia? Y, en todo caso, ¿qué implica?
En principio debe decirse que el déficit de espacios industriales puede leerse como una buena noticia porque habla de la competitividad de nuestra región a partir de una lectura simple: el número de inversiones que desean instalarse aquí supera la oferta que se tiene para ello.
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Pero más allá de la relación oferta-demanda la situación supone una condición ventajosa para la Región que no necesariamente está siendo aprovechada. Esta tiene que ver con la posibilidad de establecer reglas más estrictas para el asentamiento de nuevas empresas en nuestro territorio.
Aquí conviene formular una pregunta esencial: ¿importa, o debería importar, el tipo de empresa que llega a nuestra región?
La respuesta es claramente sí. E importa porque aquí la disponibilidad de agua es un factor clave para el crecimiento. Dicho factor tendría que ser entonces, de forma natural, el primero a tenerse en cuenta a la hora de promover la Región como futuro asiento de inversiones.
Pero no es solamente el agua lo que debería importarnos a la hora de diseñar la política de expansión económica local. Un aspecto más relevante tiene que ver con el valor que las empresas agregan a los productos que elaboran.
Esto último es particularmente importante porque cuando pensamos en promoción económica regularmente lo hacemos considerando la manufactura de productos físicos, de bienes tangibles, como autos o las partes que los integran, y eventualmente se usan aquí o son exportadas.
Pero los productos tangibles no son necesariamente los que más valor agregado generan en sus procesos. Los intangibles, que están relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación, representan claramente el futuro y tendríamos que tenerlos en la mira.
Estos últimos, además de no necesitar agua −y prácticamente ningún recurso natural− implican la atracción de talento de otro tipo. No estamos hablando de la clásica “mano de obra barata”, sino de profesionales y técnicos altamente especializados cuya ventaja competitiva está representada por sus conocimientos y su capacidad creativa.
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Así pues, el hecho de que no exista actualmente disponibilidad de naves industriales para la “industria clásica” tendría que ser leído por quienes tienen a su cargo la política de promoción económica y de desarrollo de la región, como una magnífica noticia que nos invita a considerar que la Región Sureste debe modificar su estrategia.
Hemos sido sumamente exitosos en la consolidación de un clúster automotriz que, sin duda alguna, es uno de los más competitivos del país. Es momento de comenzar a pensar en la necesidad de convertir a la región en un espacio de competitividad del más refinado talento humano.