Cultura y Pop: La Palabra del Año
Piense en toda la gente que ha visto este año mirando el celular en el gimnasio, el aeropuerto, la pausa entre clases, o enviando mensajes durante películas, conciertos, o partidos de fútbol
En 1990, la American Dialect Society se dio cuenta de que cada año había un grupo de palabras cuyo uso se había disparado, y que capturaban elementos claves para comprender lo que sucedido durante esos doce meses.
La ADS eligió la que le parecía más releveante, y a partir de entonces propone al final de cada año la que considera La Palabra del Año. Al poco tiempo, interesados en la discusión, se subieron al tren el Oxford English Dictionary, el Merrian-Webster’s Dictionary, y el Collins English Dictionary.
El esfuerzo es subjetivo, por supuesto, pero eso no significa que se haga al azar, ni que la opinión provenga de nuestro vecino el contador. Estas organizaciones se dedican a analizar el discurso público, y a documentar nuevos términos y usos. Y aunque hay palabras del año en varios idiomas —incluyendo el español— el idioma que suele capturar mejor el espíritu de nuestra época, por su influencia en la cultura y la economía globales, es el inglés. Finalmente, el hecho de que no sean una, sino varias las organizaciones que proponen su particular palabra del año —sin ponerse de acuerdo entre ellas— proporciona diferentes puntos de vista, que sin embargo muchas veces coinciden, aunque no sea inmediatamente aparente.
Antes de discutir La Palabra del Año 2024, me interesa mencionar algunos patrones en estas palabras a lo largo de los años, ya que muestras causas y efectos a lo largo del tiempo.
En 2008, por ejemplo, dos de las palabras elegidas fueron “subprime” y “bailout.” A partir de ellas podemos reconstruir todo un universo mental, político, regulatorio, económico y social que empezó a enloquecer con la administración de Reagan en los 80s, y desembocó en una crisis económica global impulsada por la avaricia, falta de control, y estafas del sistema bancario ese mismo año. Tres años más tarde, en 2011, las consecuencias aparecieron en la palabra elegida, “occupy,” que sintetizó las protestas contra Wall-Street impulsadas por esa crisis económica.
El hilo que desemboca en la Palabra del Año 2024 tiene que ver con la tecnología, o aún mejor, los nuevos medios de comunicación basados en avances tecnológicos. Comienza en 2006 con “Podcast,” y continúa en 2009 con “Twitter” y “tweet.” En 2010 una de las palabras elegidas es “app.” En 2012, “#hashtag,” que refleja la manera de organizar la información en estos nuevos medios. Detrás de todas estas palabras está, por supuesto, una que nunca fue considerada como Palabra del Año, pero que dio origen a muchas de ellas: “iPhone.” El para entonces ubicuo aparato continuó transformando nuestras costumbres: en 2013 una de las palabras del año fue “selfie,” otra “bitcoin,” y la tercera “geek,” esa gente intelígentísima que en vez de estar resolviendo los problemas del mundo, se dedica a encontrar la manera de que pasemos más tiempo en las redes sociales.
En 2014 la palabra elegida, “#blacklivesmatter,” reflejó cómo la sociedad estaba utilizando los nuevos medios para impulsar cambios y movimientos sociales. En 2015, sin embargo, la elección de “binge-watching” apuntaba a otra perspectiva de cómo Internet y las redes sociales estaban remodelando nuestra manera de difundir ideas y consumir cultura. En esta línea, “fake news” y “Brexit” fueron dos de las palabras elegidas en 2016, y en 2017 de nuevo apareció “fake news,” pero también “populism.”
En 2021 una de las palabras elegidas fue “NFT” (“Non-Fungible Token”), un pariente lejano pero incontestable de “bitcoin,” que captura los extremos a los que ha llegado la llamada “nueva economía,” una jungla en la cual mucha gente se está haciendo millonaria a costa de tecnologías que carece de regulación y que la inmensa mayoría de las personas involucradas no entiende — algo así como una reencarnación tecnológica, y aún más accessible y masiva de “subprime.”
Y así llegamos a 2024. Antes de ir a la Palabra del Año, piense en los medios, productos, y conceptos que hemos mencionado; en sus consecuencias en nuestros hábitos, su impacto en la manera en la que consumimos información y nos entretenemos, y su poder para engancharnos.
Piense en toda la gente que ha visto este año mirando el celular en el gimnasio, el aeropuerto, la pausa entre clases, o enviando mensajes durante películas, conciertos, o partidos de fútbol. Intente calcular el número de memes y videos que ha recibido en WhatsApp estos doces meses. Calcule cuántos goles de los años 90s (o jugadas irrisorias en campos amateurs) vio. Intente recordar el número de influencers que le hablaron de cómo vestirse, nutrición, calidad de vida, el sentido de la existencia, la manera de ser su mejor yo, y los productos que le ayudarán a conseguirlo.
Piense en cuántos días lo primero que hizo por la mañana fue checar sus redes sociales. Cómo se sintió después de pasar una hora en esos pozos infinitos de contenido que son Instagram y TikTok. O el tipo de noticias que le llegaron a su celular, y la reacción que le causaron.
La Palabra del Año 2024 es “rot brain,” que puede traducirse como “cerebro podrido.” El Oxford Dictionary la define como “el deterioro del estado mental o intelectual de una persona, especialmente como resultado del consumo excesivo de material considerado trivial o poco desafiante a través de internet y las redes sociales,” y se refiere tanto al contenido, como el impacto que tiene en nuestra mente y el tejido de nuestra sociedad. Visto esto, otra posible Palabra del Año 2024 podría ser “¡bófonos!”