Día Naranja o Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer como recordatorio del grave problema social que padecemos: la violencia sistemática y estructural en contra de las mujeres. Por ello, en 2008, el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lanzó la campaña “Día Naranja”, consistente en invitar a la población, cada 25 de mes, a vestirse de color naranja para manifestar solidaridad y generar conciencia sobre cómo prevenir y eliminar la violencia contra mujeres y niñas.
El origen de esta conmemoración se relaciona con un hecho atroz, relacionado con las hermanas Mirabal, tres mujeres activistas de República Dominicana que fueron brutalmente asesinadas por orden del entonces presidente Rafael Trujillo en 1960. Por este y otros muchos acontecimientos de violencia en contra de las mujeres, en 1979 la ONU aprobó la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, un instrumento internacional que, junto con la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer de 1993, sentó las bases para la construcción de políticas en favor de un futuro libre de violencia de género.
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Pero ¿por qué las mujeres somos violentadas? Existen múltiples factores que concurren para generar condiciones que permiten este tipo de violencia. La categoría de género como condición social es un factor que ha propiciado una equivocada percepción de la mujer como ser inferior, como propiedad de alguien (un esposo, un padre, un hermano, etc.), incluso negándole la capacidad de ser persona y reduciéndola a una consideración de objeto (con motivos sexuales, reproductivos y de maternidad). Esta problemática genera un aumento directo de violencia doméstica e intrafamiliar que se convierte en un problema estructural y en un fenómeno cultural enraizado en el machismo, la desigualdad y la discriminación, ingredientes que facilitan contextos de violencia en contra de las féminas.
Existen diferentes tipos de violencia contra la mujer: física, psicológica, sexual, patrimonial, económica, simbólica, entre otras, hasta llegar al extremo del feminicidio. Las violencias usualmente son perpetradas por parejas, cónyuges o familiares; puede concretarse en maltratado físico, psicológico, violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no desaseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero y cibernético, entre otros. También es considerada violencia contra la mujer la trata de personas con fines de esclavitud o explotación sexual, así como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil.
Desafortunadamente, México se ha posicionado a nivel mundial como un país violentador a través de diversas condenas que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha emitido en su contra. Uno de los casos que cimbró al mundo entero fue el de “Campo algodonero” (González y otras vs. México, 16 de noviembre de 2009). Aquí se descubrieron diversos feminicidios que ocurrían en Ciudad Juárez, Chihuahua, en contra de mujeres que trabajaban en fábricas y, una vez reportada su desaparición, las autoridades revictimizaban a sus familias. Durante la investigación del caso se identificaron más de 450 mujeres asesinadas desde 1993 y que previamente habían sido secuestradas y violadas. En el caso, la sentencia emitida por la Corte Interamericana estableció parámetros para identificar, prevenir, investigar, procesar y castigar la violencia de género.
Otro caso estremecedor fue el desvelado en las sentencias “Inés Fernández Ortega y otras vs. México”, del 30 de agosto de 2010, y “Valentina Rosendo Cantú y otra vs. México”, del 31 de agosto de 2010. Las sentencias estudian las violaciones ocurridas a mujeres indígenas me’phaa de Guerrero que fueron víctimas de tortura sexual perpetrada por miembros del Ejército mexicano, entre otras violaciones graves a sus derechos humanos. En ambas resoluciones se abordan delicadas problemáticas relacionadas con el género, la etnicidad y la violencia sexual.
De acuerdo con la ONU, cada 10 minutos se asesina a una mujer. Tan sólo en 2023, a nivel mundial, cerca de 51 mil 100 mujeres y niñas murieron en manos de sus parejas u otros miembros de sus familias. En México, el Inegi señaló que, en 2020, el 92.9 por ciento de las víctimas de violencia sexual de entre 1 y 17 años fueron mujeres, niñas y adolescentes.
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En nuestro país existe un contexto generalizado de violencia que se ensaña especialmente con nosotras. Son muchas las acciones que se han emprendido para combatir este “cáncer social”, por ejemplo: la expedición de leyes con perspectiva de género, la implementación de políticas institucionales en favor de la seguridad, no discriminación y el derecho a una vida sin violencia. Asimismo, es muy importante considerar la violencia en razón de género como un punto neurálgico de la agenda pública para evitar consentir por acción u omisión este tipo de violencia. Finalmente, también desde el ámbito social se ha avanzado en su visibilización a través de campañas educativas y de información, asimismo, se ha incentivado la denuncia por parte de las víctimas de violencia y se ha impulsado un movimiento de “solidaridad naranja” para prevenir y eliminar este tipo de violaciones.
Aunque los esfuerzos son muchos, no son suficientes. Seguimos en la lucha para conseguir una vida libre de violencia para todas.
La autora es directora del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH