El aquelarre de los números
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El pentagrama está dibujado con cal y estiércol de vaca lechera sobre una amplia superficie desértica. Mide 66 metros cuadrados (o, al menos, así lo asegura Mario Delgado, presidente de Morena, quien estudió esoterismo y ciencias ocultas en Catemaco, Veracruz).
En esa noche tan oscura como el alma de Andrés Manuel, el pentagrama está iluminado por un círculo de cientos de velas mágicas compradas –sin licitación, como acostumbra la 4T– al productor de la película “Encanto” de Disney.
En cada vértice del pentagrama diabólico, humeaba incienso de sahumerio de salvia blanca y copal santo de la mixteca.
En un círculo concéntrico más amplio, cerca de las velas y confundidos entre el en distintas caretas de madera con expresiones diabólicas, están el mismo Mario Delgado, Citlalli Hernández –secretaria general de Morena–; Armando Guadiana –senador morenista–; Ricardo Mejía –subsecretario de Seguridad Pública federal (de lunes a viernes, nada más)– y Luis Fernando Salazar Fernández –sin función oficial hoy, con excepción de su caracterización como “chico de barrio pesado del poniente de Torreón”. También están Reyes Flores Hurtado, superdelegado de Morena en Coahuila, y Tania Flores –alcaldesa de Múzquiz– entre muchos otros.
Un desconocido llama la atención sobremanera, porque porta una máscara de Jesús Malverde, el santón del Crimen Organizado y trae colgada –en oro macizo– la efigie de la Santa Muerte.
Suenan las campanadas de la iglesia más cercana: es la medianoche. El ritual inicia. Una banda de pueblo, de espaldas al círculo de personajes y al pentagrama, toca los acordes de “La Danza de los Diablos”. Los hombres y las mujeres con una mascada guinda alrededor de su cuello se levantan y empiezan a danzar alrededor del círculo.
De repente, Armando Guadiana emite un fuerte sonido gutural que todos imitan hasta integrar sus voces en un solo grito aterrador. El violinista de la banda del pueblo está a punto de orinarse del susto.
Pero el objetivo del grito es uno: mandar a los priistas, panistas y perredistas al infierno de la derrota en 2023. Salazar se adelanta a Mejía –quien es más tímido– y comienza a liderar el grupo para avanzar bailando en círculo (con movimientos prohibidos de un cumbión loco). El grito crece en decibeles y los cuerpos de los asistentes empiezan a moverse en formas grotescas hasta entrar en trance. Mientras la banda no deja de tocar, con el violinista ya orinado; y el resto, sudando frío.
El aquelarre, o encuentro de brujos diabólicos, está por alcanzar su clímax apoteósico. La noche sólo está iluminada por las velas alrededor del pentagrama. El viento corre impregnado por los inciensos prehispánicos. Perros ladran en caseríos lejanos del semidesierto.
En ese momento, sin dejar de bailar en trance, Delgado saca unos números de papel recortados de una plantilla comprada en la papelería de la esquina de su casa y los arroja al centro del pentagrama. Citlalli saca los suyos y hace lo mismo. Le siguen Guadiana, Mejía, Salazar, Reyes, Flores y el resto, incluido el más siniestro de los personajes.
Desde el centro de ese pentagrama diabólico, cuentan los espíritus malignos, surgieron las encuestas que dan una supuesta superioridad al candidato de Morena sobre el candidato de la coalición PRI, PAN y PRD.
Todos continúan bailando, poseídos por el macho cabrío de la 4T. Mientras los integrantes de la banda, sin dejar de tocar, caminan despacito pero aterrados, rumbo a su pueblo en medio de la más negra oscuridad.
Nota: el autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.