El botín de los $5 mil millones

Opinión
/ 26 abril 2023
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Al comenzar el siglo, los recursos federales de Coahuila, que son la abrumadora mayoría de sus ingresos, se cuadruplicaron. Pasaron de 8 mil a 32 mil millones de pesos. Se habían disparado los precios internacionales del petróleo y sobraron recursos para partir y repartir.

El Gobierno foxista fue criticado por sus muchas imprudencias que luego pasaron al anecdotario nacional, pero la economía tuvo un buen desempeño pese a que los legisladores del PRI mantuvieron un bloqueo sistemático. La ineficiencia en materia económica persistió porque el PRI vio en la incipiente democracia una puerta para transferir a los gobernadores el poder metaconstitucional que antes era del presidente.

Los ingresos petroleros neutralizaron los efectos negativos del dispendio. Cualquier cantidad extraordinaria que resultara por encima de los precios del petróleo, que fijaba anualmente la Cámara de Diputados, se enviaba a los gobiernos estatales, donde se volvían ojo de hormiga por la poca vigilancia y la nula transparencia. Así, gobernadores y amigos, robaron a sus anchas.

No contento con esto, endeudaron a Coahuila por otro tanto, práctica que pronto se convirtió en moda nacional. Parte de la enorme deuda fue ilegal e innecesaria. Se falsificaron documentos para simular aprobaciones del Congreso del Estado. Pronto se destapó la cloaca, pero sin consecuencias. Concluyó el gobierno de Humberto, quien pasó un tiempo por la presidencia nacional del PRI hasta que Peña Nieto le dio la espalda.

El PRI-Gobierno en Coahuila quedó en manos de Rubén Moreira, quien fiel a su estilo, enfrentó la adversidad con su estrategia más conocida: férreo control político, mucho cinismo y culpando de todo a su hermano, que le había heredado el cargo y con quien había cogobernado.

Rubén no tocó ni un pelo a Javier Villarreal, secretario de Finanzas, responsable del saqueo. Recuerdo el temor reverencial que tenían a Rubén, antes, durante y después de su gubernatura. En el transcurso de una discusión presupuestal en el Congreso, allá por 2010 o 2011, donde los gobernadores y diputados madrugaban para el reparto del botín, me llamó poderosamente la atención que Javier, entonces secretario de Finanzas, no sólo trataba de usted al “Licenciando Rubén”, por entonces diputado federal, sino que su actitud rayaba en la más obscena pleitesía. Nadie ponía en duda que en Coahuila mandaba el diputado Rubén, hermano del gobernador. Hoy, aquel joven secretario de Finanzas espera, como sabemos, sentencia en San Antonio, Texas.

Algún interés tendría Rubén en Javier Villarreal, pues siendo gobernador de Coahuila, la Fiscalía del Estado pasó del mero fichaje a su inmediata liberación. Vea usted la nota en la primera plana de VANGUARDIA del sábado 15 de abril. Ahí se menciona al juez Adrián González Hernández quien en 2011 ordenó que Villarreal saliera libre bajo fianza.

Según este juez, la Fiscalía del Estado no acreditó el cuerpo del delito, es decir, el decreto que supuestamente presentó al Banco Santander. Esta idiotez de la Fiscalía sólo se entiende como complicidad. Aquel juez, por su parte, en 2017 resultó galardonado o nombrado magistrado numerario del Tribunal Superior de Justicia del Estado y dos años más tarde pidió su jubilación.

Sabemos que, durante el gobierno de Rubén Moreira, ni el fiscal ni los magistrados se mandaban solos. Estaban atrapados en un temor reverencial al “Señor Gobernador”.

La semana antepasada el presidente López Obrador nos sorprendió diciendo que Estados Unidos regresará a México 5 mil millones de pesos que se robaron de Coahuila. Más allá de los detalles en torno al tema, quedó bien claro que tal cual son, Presidente, Gobernador y candidatos, se lanzaron al ruedo para pelear por un botín que aún no se define y todavía no llega.

En medio del zafarrancho, Miguel Riquelme se lleva la medalla al “cambio de cara más rápido del oeste”. Fiel escudero de Rubén Moreira, durante años calló y obedeció, jamás hablaba de la deuda, mientras el patrimonio público de los coahuilenses se remataba en Texas, él renegociaba deudas con los bancos, nunca alzó la voz para defender ese patrimonio de los coahuilenses.

La primera reacción de Riquelme fue pedir para el gobierno de Coahuila la suma anunciada por AMLO. Señaló que había que ver los procedimientos y formalidades para ello. Después restó importancia al asunto y se perdió en detalles. Conviene aprovechar el giro repentino del Gobernador para recordarle que los documentos a los que se refiere, serían denuncias formales contra Javier y quien resulte responsable de esos desfalcos, no es posible que el dinero desaparezca así como así. Quizá la otra cara de Riquelme apueste a que el asunto deje de ser tema en una semana. Pero su doble cara, su doble discurso, quedará sellada para la historia.

@chuyramirezr

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