El bueno, el malo, y el feo. De allí sigue el listo, el pendejo, el aventajado, tú y yo

Opinión
/ 11 julio 2024

“Los celos profesionales sí existen. El no caer bien sin razón sí existe. El que te consideren competencia y quieran imposibilitarte todo sí existe. La gente mala sí existe.”

Estoy segura de la existencia de los celos. También sé que nadie le caemos bien a todos, y de que tenemos la capacidad de hasta de despreciar a otro solo por algo que vemos en su semblante. Sí, competimos y hacemos hasta lo imposible por ganar, aunque sea tumbando al otro a la mala. Ponemos trabas y buscamos ser la piedra en el zapato de quien parece estar en el lugar que merecemos. Si interpretamos que alguien ha hecho algo en nuestra contra, atacamos. Usamos nuestras influencias, el poder, el dinero, el conocimiento, y la rabia, para desquitarnos y dañar a quien creemos que nos ha dañado.

De lo que no estoy segura es de que todo esto que nos hicieron y lo que hemos hecho nos hace personas malas. ¿Cómo? ¡Quien hace mal es malo! Tal vez sí, pero al igual he escuchado a muchos de ustedes explicar que sus esposas, sus maridos, sus hermanos, y sus padres, hicieron lo que tenían que hacer para no dejarse afectar por personas “malas”. Entonces hicieron cosas “malas”, fueron personas “malas”, como resultado de ser supuestas víctimas de otros “malos”. Ya me revolví.

“Tuve que poner un límite.” Estoy de acuerdo. A veces tenemos que poner un alto de manera tajante, de mano dura. Respondemos ante la violencia con violencia. No es que tenemos que, pero en algunos momentos son las decisiones que nos convienen. En este momento estoy a punto de asesinar...a una cantidad indecente de zancudos que no me dejan en paz. No bromeo, y bien sé que no tiene nada que ver con lo que intento decir.

¿Seré buena o mala persona? En una ocasión una persona muy querida se dio cuenta de que su pareja tenía una relación con una empleada de ella y que ellos iban a tener un bebé. Una de mis maestras se reunió con la amiga para platicar. La amiga le dijo que no despediría a la empleada, quería ser buena persona. Mi maestra le contestó, “Eso ya no es ser buena, es ser pendeja.”

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