El cuento de nunca acabar: La Nueva Escuela Mexicana de AMLO

Opinión
/ 21 julio 2023
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En medio de que estamos en campaña presidencial (un año antes de las elecciones, así se hace política en México). El verano se está acabando y el regreso a clases está más cerca. Ya se ven en todas las papelerías y supermercados las compras escolares. Y es cierto, el regreso a clases cuesta en promedio de 5 mil a 6 mil pesos por estudiante a las familias mexicanas, entre útiles escolares, uniformes y cuotas. La canasta básica promedio para este último trimestre fue de mil 200 pesos. Es decir, se necesitan 5 canastas básicas para este regreso a clases. De ese tamaño es el reto económico de las familias este verano.

Ahora bien, ¿a qué escuelas están volviendo nuestras niñas y niños? Desde antes de la pandemia, se había anunciado el programa emblema de la 4T en términos educativos: La Nueva Escuela Mexicana. Suena increíble la verdad, no es un secreto que la educación pública en México está en estado de emergencia desde hace varios años, por no decir décadas.

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Esta famosa Nueva Escuela Mexicana se supone que finalmente vería la luz en el ciclo escolar 2021-2022. Los docentes, directivos y padres de familia aún no tienen muy claro qué es y estamos por empezar el ciclo 2023-2024, justo el último antes de la elección presidencial.

Pero hagamos un poco de memoria de dónde salió todo esto. Peña Nieto, dentro de estas reformas estructurales estaba la educativa, la cual prometía darle un empujón a la educación pública desde el ámbito de infraestructura hasta la modernización, empezando por los maestros. Entonces, se percibió como una reestructura en términos de recursos humanos y ahí empezaron los problemas políticos y sociales. Sobre todo, en Oaxaca.

Sabiendo esto, López Obrador utilizó en campaña que le devolvería su trabajo a los docentes y los defendería, y empezó esta Nueva Escuela Mexicana. En términos teóricos es buenísima, hay que darle una repensada a los contenidos teóricos y hacer énfasis en los prácticos. El mundo no es el mismo y las niñas y los niños en México deben estar a la altura de las infancias en cualquier parte del mundo. Yo sí me acuerdo cuando a principios de este sexenio el Presidente habló que seríamos como los países nórdicos: Noruega, Suecia, en términos de sus sistemas de salud y de educación.

Más allá de discutir quién tiene la razón, si Peña Nieto o López Obrador, lo que es clarísimo es que las escuelas son el espacio más cercano e importante que tienen las infancias para su formación académica, emocional y física. Las escuelas deben ser el motor de las transformaciones sociales, económicas y políticas para que éstas sean sostenibles en el tiempo. Nuestras niñas y niños merecen mucho más que un cambio en los nombres y las portadas de los libros de texto. La educación pública en México es un problema sobrediagnosticado, la sociedad civil y la academia han hecho un excelente trabajo con estudios reales y confiables sobre el problema y líneas de acción claras sobre las soluciones. Lo que falta es lo de siempre: voluntad política que vaya más allá del periodo electoral.

No me parece justo que el enorme esfuerzo que hacen las familias mexicanas por enviar y retener a sus hijas e hijos en las escuelas no tenga el mismo valor y empeño que tiene para las autoridades. Debemos ser más exigentes con el modelo educativo que nos proponen, cuestionarlo y hacerlo valer. El derecho a la educación de las niñas, niños y adolescentes es la puerta a su futuro, a su movilidad social y a la oportunidad de lograr todo lo que sueñan.

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