Al trabajo regresando y con la 4 dando.
No transcurrió un día hábil de 2024 sin que el Presidente se volviera tendencia, no de la mejor manera.
López Obrador inició el que será el último año de su “tlatoanato” con una muy desafortunada declaración (¿a poco se sabe de otras?), en la que llamó a la diputada trans, Salma Luévano Luna, “señor vestido de mujer”.
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Las redes se incendiaron... a medias, desde luego, porque el detalle sólo pareció importarle a los detractores del régimen, mientras que la apabullante presencia de los amlovers orgánicos y los amlobots a sueldo guardaron el más catatónico mutismo.
Un poco de contexto, sólo para que no vaya usted a pensar que el mandatario tiene la costumbre de gritarle “señor” a todas las personas trans que se cruzan en su camino:
Fue en un evento en Motul, Yucatán, que el Presidente más garnachero y saludador del mundo se encontró con la legisladora por Morena, Luévano Luna. El video que registra tal encuentro no miente: La acostumbrada efusividad del Mandatario se congeló cuando AMLO parece reconocer la naturaleza trans de la morenista y, visiblemente incómodo, intenta zafarse cuanto antes del apapacho que Luévano Luna le intenta prodigar.
Esto fue retomado por el periodista y “Teacher” de la prensa “opositora, facciosa y enemiga de la transformación”, el decano de la información, Joaquín López Dóriga, quien tuiteó: “Así de abierto @lopezobrador_ saludo de beso y cuando confirma le pone distancia. #Humanista”.
El Presidente desde luego no podía dejar pasar esta oportunidad para darle la vuelta a la tortilla, acusando a López-Dóriga de machista y transfóbico, por supuestamente burlarse del beso y demás muestras de afecto que recibió de la diputada Luévano.
Mentira: López-Dóriga se estaba divirtiendo con la reacción del Presidente, de notable repelús a juzgar por su lenguaje corporal que decía más que mil mañaneras.
Pero los hechos nunca han sido necesarios para la 4T a la hora de construir una narrativa.
Lo mejor sin embargo estaba aún por llegar y es que, en medio de su perorata para desacreditar al periodista como “machín conservador”, el Presidente se refirió a la diputada como un señor... Concretamente como un “señor vestido de mujer”:
“López-Dóriga criticándome porque le di un beso a un señor vestido de mujer. Yo beso a los hombres y me besan, y el hombre tiene sentimientos”.
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Y es que en algún lugar dentro de esa acolchada cabecita blanca, AMLO imaginó que la rompería como el estadista más progre de todos los tiempos, al reconocer públicamente que los hombres son seres sensibles y también se besan y se procuran con otras expresiones de afecto, cariño y admiración.
¡Pos sí, caón, pero es que Luévano Luna no se identifica como señor, sino como mujer! Y está reconocida como ¡diputada! de su propio partido, cosa de la cual el viejito de Palacio debería estar al tanto.
Es de hecho altamente ofensivo para una gran parte del colectivo trans el que se les refiera como hombres o como señores.
Incluso, el movimiento del Presidente está plagado de diversos personajes (como la otra “diputrans”, María Clemente García Moreno), que se ponen ‘fúricas’ cuando alguien no reconoce o niega su condición femenina.
En marzo de 2022, el ex candidato a la presidencia y doble de riesgo de Charly García, Gabriel Quadri también se refirió a Luévano Luna con el desafortunado título de señor, durante un debate en San Lázaro sobre reasignación de género en menores de edad.
Cabe mencionar que momentos antes, Luévano Luna llamó asesino a Quadri simplemente por su postura en el debate. ¡Asesino! Y sin embargo, nadie llamó a Luévano Luna a comparecer o a responsabilizarse por esa grave acusación.
En cambio a Quadri por llamarle “señor” a alguien que no se identifica como tal, pero tiene diversos atributos propios de un señor, ya le querían formular un juicio político, darle encarcelamiento por delitos de odio y su expulsión definitiva de la Cámara legislativa.
Como que algo no cuadra (¿verdad, Quadri?).
Ya transcurrió la jornada completa desde la malhadada declaración del Mandatario y aquellas personas que pedían la cabeza de Quadri por transfobia, incluyendo a la misma Luévano Luna y la diputada García Moreno, no han dicho “este pito es mío” en relación a lo declarado por Tata AMLO, que es exactamente la misma falta de Quadri: Llamarle señor a una persona trans.
Inferimos dos cosas de todo lo anterior y es una doble hipocresía, la del movimiento y la de su líder absoluto, infalible e incuestionable.
Los rabiosos izquierdistas del régimen, son omisos ante las pifias del poder, exhibiendo así que las causas que dicen defender son sólo una bandera para enarbolar en la arena política, pero no una real convicción transformadora por la que valga la pena hacerle un señalamiento enérgico al mandatario, que siente un real precedente de que el movimiento es serio, independiente y ajeno a los vaivenes sexenales. Todo lo contrario, son sumisos, dóciles y callados cuando el propio Presidente les niega la condición por la que dicen haber peleado tanto.
Y está el propio López Obradiurs, quien revela como en tantas otras oportunidades, su ausencia total de ideología y su completa falta de compromiso con las causas de la supuesta progresía que dice representar.
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No es capaz de abrazar un precepto tan básico como es el derecho a la libre elección de identidad de género, porque en realidad no quiere tomarse ni esa mínima molestia.
Hay que entenderlo, es sólo un viejito priista de los años setenta y pedirle que reconozca a Luévano Luna como mujer, podría provocarle un aneurisma.
El debate sigue abierto para la ciudadanía, aunque un segmento del colectivo trans lo considera caso cerrado. Pero el reconocimiento de las personas trans como mujeres no es universal. Muchas mujeres biológicas no se sienten cómodas con la inserción de este grupo en su segmento (y para muchos hombres ello también es un problema, desde luego).
Pero hay otro sector particularmente importante que no reconoce la condición adquirida de “mujer”: Las personas trans y es que no todo este colectivo lucha por ser reconocidas como mujeres: hay quienes simplemente piden respeto y plenitud de derechos y oportunidades. Y no podría yo escatimarles nada de ello.
Sin embargo, el Presidente está muy lejos de estar a la altura de dicho debate, ni siquiera tiene las ganas, ni la energía para hacerlo. Y ya puede ofrecer una disculpa tibia o echarle la culpa a alguien más, eso no borra el hecho de que en su mente Luévano Sáenz es un señor, un señor vestido... ¡una vestida! Lo mismo que para muchos de nosotros, AMLO no es un jefe de estado, es sólo un señor vestido de presidente.