El valor de la lógica en el mundo de la desinformación

Opinión
/ 3 marzo 2024

El encuentro fue en el salón de clase 4 del Ateneo Fuente en el verano de 1977. La expectación por saber de qué se trataría la materia fue apoderándose lentamente, pero el contexto del aula y la personalidad de Eliseo Torres terminaron por adentrarme en un universo del pensamiento y de la razón que difícilmente he de abandonar en el resto de mi vida.

No sólo fueron las diversas teorías del pensar y hacer, ni tampoco los silogismos intrincados o el Árbol de Porfirio, sino las verdaderas razones por las que hacemos las cosas y nos inspiramos para seguir adelante en proyectos y obras.

TE PUEDE INTERESAR: Indefiniciones y sorpresas en la política coahuilense

Barbara, Celarent, Darii, Ferio, los procesos lógicos de esbozar ideas, hipótesis, teorías y, sin terminarlo de deglutir, ya estás en la tarea o resolviste entuertos.

Hoy el panorama es de abandono, ya que se da por cubrir la realidad con pantallazos, simulaciones y argumentos en los que va por más la imagen que las verdades. A través de las redes sociales se emiten millones de mentiras al minuto, y como la fama y las creencias duran sólo segundos, entonces se dan por vistas y creídas.

Y pensar que, con la ayuda de la lógica, se acortaba la cantidad de errores que se cometieron, porque nos enseñaba a armar un sentido directo con base en nuestro raciocinio, además permita que nos cuestionáramos constantemente acerca de lo que éramos y lo que estaba a nuestro alrededor.

Por eso es difícil olvidar la riqueza de la lógica, ya que nos permite anticiparnos y pensar situaciones y objetos que no tenemos delante y que, si seguimos nutriéndonos de ella, explotará la creatividad y dará lugar a un ser humano con gran capacidad para el pensamiento abstracto.

Otro de los tesoros del pensamiento lógico es que aporta una especie de archivo mental para ordenar las grandes masas de información y datos a los que estamos expuestos, además de fortalecer la memoria.

Para muestra bastará un botón para afianzarnos en la necesidad de regresar a ella, y son los principios Aristotélicos: 1) No atacarás a la persona, sino al argumento; 2) No desviarás el argumento de una persona para debilitar su postura; 3) No tomarás una parte para representar un todo; 4) No intentarás demostrar una proposición suponiendo que una de las premisas es cierta; 5) No asegurarás que algo es la causa simplemente porque ocurrió antes; 6) No reducirás la discusión sólo a dos posibilidades; 7) No afirmarás que por la ignorancia de una persona, una afirmación ha de ser cierta o falsa; 8) No dejarás caer la carga de la prueba sobre aquel que está cuestionando una afirmación; 9) No asumirás que “esto” sigue “aquello” cuando no existe conexión lógica alguna y 10) No asumirás que una afirmación por ser popular debe ser cierta.

De esa manera, la lógica puede ayudar a las personas a enfrentar las falacias, los enredos, las extorsiones, los simulacros políticos y hasta el sentido de las adulaciones. Darte cuenta de los errores de tus razonamientos, llevándote a tomas mejores decisiones. Detectar malos argumentos de otras personas, facilitándote evitar que seas engañado y anticiparte a conflictos que tendrás que enfrentar tarde o temprano, haciéndote tener mayor tiempo para analizarlas tus opciones. ¿Convencido estás?

TE PUEDE INTERESAR: La libertad de expresión, de luto una vez más

Ya desde el siglo 19, Eugenio María Hostos prevenía acerca del monstruo informativo de falacias que caería sobre el universo mismo, cuando decía: “Hay en el mundo demasiados artistas de la palabra, demasiados adoradores de la forma, demasiados espíritus vacíos que sólo a la ley de las proporciones saben obedecer, y yo no quería ser uno de tantos habladores que, en tanto que llenan de palabras sonoras el ámbito en que se mueven, son radicalmente incapaces de realizar lo que más falta hace en el mundo: hombres lógicos”.

Resulta innegable que una mente entrenada en lógica tiende a comunicarse de manera clara y coherente, lo cual es ventajoso en las relaciones interpersonales, además de brindar las condiciones para reducir los sesgos cognitivos que nos conducen a errores del pensamiento, provenientes de nuestras propias creencias, de las demás personas o los medios de información, y eso ya es una ganancia. De no ser así, vamos a caer en el enigma de Borges y los tigres azules, que perecen en su propio caos. Dicho está.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM