El viejito de Macuspana, Tabasco
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Durante todo el tiempo que ha durado el sexenio del presidente López Obrador, los medios corporativos de comunicación se han encargado de tildarlo de un sinfín de calificativos para desacreditar su labor. Pareciera que un viejito extraño, un desconocido para la ciudadanía, directo de Macuspana, iba a voltear las cosas patas para arriba dentro del Palacio de Gobierno. Mucho se dijo de que si iba a llevar el dólar a los 25 pesos, la gasolina a los 30 por litro, o a dejar la economía por los suelos. Con todo eso se veía llegar lentamente un país dividido con su instauración, un país al borde de enfrentar un periodo de inseguridad e incertidumbre en la que los más afectados íbamos a ser nosotros, el pueblo. Poco les faltó para decir que la culpa de lo que le pasara a la estabilidad de México, iba a recaer sobre los millones de electores que tomamos la decisión de votar por él.
Por supuesto, alguien que ha pasado tantos años en busca de ocupar el cargo presidencial, a pesar de lidiar con fraudes y robos, debe ser atacado por donde sea posible una vez que lo logre. Porque a esos mismos que se han encargado de hablar hasta por los codos de cada cosa que emprende el Presidente, solo les interesa resaltar que se tardó 16 años en titularse y no saber hablar inglés, los mismos 16 años que usó para recorrer el país, conocer a sus electores y ver de primera mano sus necesidades, metiéndose orgánicamente en la mente de los ciudadanos y no apareciendo de la noche a la mañana con una imagen fabricada como si de un producto de marketing se tratara. Pero esas notas no venden tanto.
Con el proyecto de nación que se busca, nunca se ha luchado por el poder o por una carrera personalista, sino por una visión nacional con principios e ideas de transformar la realidad de los más pobres del país ante toda aspiración individual. Está claro que solo el proyecto de la transformación en la que van en primera fila los pobres, debe ocupar la cima.
Siempre que comienza una etapa nueva, un ciclo, o un periodo de cualquier cosa, es agradable hacer recuento de las cosas que se quedan en la antesala. Que si lo hicimos bien, que si tal cosa estuvo mal, y ese análisis es bastante útil para darle forma a un sí y a un no en términos de lo que podríamos esperar en lo siguiente. Con el año que empieza, toca hacer un debido recuento de lo que tanto se ha intentado de meter en la mente de la ciudadanía para desacreditar el gobierno de López Obrador.
¿Qué le pedimos a alguien que amenazó la economía de México desde el momento en que tomó ventaja en las urnas en su elección como presidente? Decir que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha cumplido sus promesas de campaña y ha hecho un trabajo formidable en su cargo, no debe ser enunciado a la ligera. Para eso hace falta remitirse a los datos, a las cifras resultantes de cada esfuerzo. Le pedimos transparencia y rendición de cuentas, le pedimos constancia en su trabajo.
Esa misma constancia es la que ha permitido hacer un cierre de año con el PIB en crecimiento, con 4.3 por ciento superior al promedio de los países del G20 y las 5 mejores economías del mundo, un crecimiento del 29.5 por ciento en la inversión extranjera directa llegando a los 32 mil 147 millones de dólares, de los cuales 42.5 por ciento corresponde a inversiones nuevas. Cabe mencionar, de la misma manera, el aumento mayor a 90 por ciento del poder adquisitivo del salario mínimo respecto al 2018 y que el peso es la segunda divisa más apreciada respecto al dólar. El presidente López Obrador logró que Joe Biden utilizara el AIFA, otro de los proyectos que la crítica tachó de descabellado. Contrario a lo pronosticado, la adquisición de la refinería Deer Park ha resultado ser un buen negocio, pues en un año se ha logrado recuperar la inversión inicial con creces. La visión de soberanía energética por la que ha luchado, ha provocado una avalancha de encabezados y afrentas en los diarios más importantes del país, mismos que con dificultad publican los resultados favorables cuando llegan; otra vez, porque esas notas no venden tanto.
Este año que empieza, toca traer la misma visión al escenario que se plantea en Coahuila. Toca exigir transparencia y rendición de cuentas, ver por los más necesitados y dejar de lado el compadrazgo que tanto daño le ha hecho a nuestro Estado; toca hacer hablar a los datos, consolidar el proyecto de nación desde el último bastión de la oposición en México.
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