Elon Musk en Eagle Pass. Urge la migración soluciones efectivas, no políticas
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El hombre más acaudalado del mundo, Elon Musk, decidió visitar Eagle Pass el pasado jueves 28 de septiembre. Desde la frontera envió un mensaje que han visto más de cien millones de personas. A su mensaje grabado le siguió la siguiente publicación: “Es necesario poner fin a la inmigración ilegal, pero estoy muy a favor de ampliar y simplificar enormemente la inmigración legal. Cualquiera que demuestre ser trabajador, talentoso y honesto debería poder convertirse en estadounidense. Punto”. Así las palabras de este migrante de Sudáfrica que llegó a Estados Unidos. Postura muy diferente a la que asumió con la migración hacia Europa hace unas semanas.
En el video de 15 minutos con 32 segundos que subió a su red social X (antes Twitter), da voz al alcalde demócrata de esa ciudad predominantemente demócrata y al legislador federal republicano por ese distrito. Es notable el acuerdo de estos dos políticos, especialmente porque en Washington los acuerdos entre ambos partidos brillan por su ausencia.
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La posición de Musk, aunque no deja de ser limitada porque no atiende las causas, es, cuando menos, una postura que llena el vacío dejado por la ineptitud, la inacción y la víscera de los políticos de todos los partidos tanto en Estados Unidos, como en México. Es a su vez un avance en tanto que reconoce el valor y el aporte de los migrantes a la principal economía del mundo. No solamente ayer y en la historia, sino ahorita y hacia el futuro.
La crisis de refugiados y migrantes ha convertido a Piedras Negras y Eagle Pass en “zona cero” de una dramática contingencia de proporciones históricas que sigue puntualmente la prensa del mundo entero, visibilizando el drama en todos los rincones del planeta. Es la tormenta perfecta en el frente de las causas y consecuencia natural de la inacción de los gobiernos en esta época de polarización que paraliza a políticos y países.
Para los mandatarios de México y Estados Unidos, los refugiados y migrantes son apenas un tema más entre muchos otros y todos los días buscan la manera de evadirlo, apostando a que se pierda en el intenso trajín diario de titulares y noticias.
Las candidatas a la Presidencia en México también le sacan la vuelta al espinoso problema. No entiendo por qué motivos o razones Xóchitl Gálvez no se ha parado en Piedras Negras. Le sobran razones para hacerlo. Para ella es oportunidad de señalar y proponer.
En Estados Unidos, los políticos aprovechan el problema como tema de campaña, pero “de lejecitos”. Estamos a finales de año y ya comenzó en ambos países la rebatinga por el presupuesto, los billetes llevan mano.
Más allá de un impostergable análisis ético respecto a nuestra posición frente a esta crisis humanitaria, tenemos el dilema práctico de cómo afrontarlo. Es evidente que no hacer nada ya no es opción. Las comunidades de Eagle Pass y Piedras Negras, los gobiernos y las organizaciones sociales se encuentran completamente rebasados porque no están preparados para una crisis de tamañas proporciones y porque, en resumidas cuentas, no es su responsabilidad, es responsabilidad legal de los Gobiernos federales de México y Estados Unidos.
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El fenómeno actual obedece al agotamiento del Estado-Nación, evidenciado en los Gobiernos fallidos de buena parte de la América Hispana. México es país de paso y su Gobierno no tiene ni la capacidad ni la voluntad política para atender tamaña calamidad con un sentido humano. Se ha limitado y se limitará a administrarlo, sin afectar los intereses de su vecino. El Norte Global y los países vecinos han ignorado el problema o han tratado de contenerlo haciendo gala de torpeza. Las consecuencias están a la vista.
La migración de familias y personas, a veces de pueblos enteros en busca de paz, seguridad, trabajo y de alguna esperanza de una vida mejor, exige soluciones efectivas, de corto, mediano y largo plazo. Sería deseable dar pasos agigantados, pero no es ni será posible. Tendremos que conformarnos con avances pequeños, peor aún con la administración de la crisis.
El estado de cosas imperante beneficia únicamente a aquellos que lucran políticamente con la crisis, se trate de políticos, de medios de comunicación o del crimen organizado. Es un sufrimiento interminable para migrantes y refugiados, un doloroso problema inmanejable para las sociedades expulsoras, para las que los miran pasar en su tránsito y para las sociedades receptoras. Toda crisis es oportunidad, si la polarización no va a dar espacio para una solución de gran escala, al menos busquemos soluciones pequeñas.