‘Fahrenheit 1800’

Opinión
/ 17 abril 2022
true

El título de este artículo pretende ser una analogía del título de aquella novela de Ray Bradbury publicada a mediados del siglo pasado en Estados Unidos, titulada “Fahrenheit 451”, una ficción que retrata lo que ha sido a través de los tiempos la quema de libros para desaparecer de la faz de la tierra la libertad de conciencia y cuyo título nos refiere que los libros se queman a la temperatura de 451 grados Fahrenheit para luego convertirse en ceniza, novela de una ficción indeseable que hoy en día viene a ser una realidad de terror con la quema clandestina de seres humanos con la intención de borrar de la faz de la tierra el rastro físico de su existencia.

Si los libros se queman a los 451 grados, los cuerpos humanos lo hacen a los 1800 grados Fahrenheit, una temperatura difícil de alcanzar fuera de un horno crematorio, asunto que nos hace dudar de la quema total de la mayoría de las personas desaparecidas, como los estudiantes de Ayotzinapa.

Lo cierto es que han aparecido restos humanos en centros de exterminio y cremación que no alcanzaron a consumirse con el fuego, como también ha ocurrido a través de la historia de la quema de libros donde siempre han quedado restos que dan testimonio de la sinrazón.

Y lo que hoy pasa en México es la deshumanización total del crimen organizado alentado por la impunidad y la ineficacia total del Estado mexicano para combatir a criminales que siguen asesinando, desapareciendo y quemando seres humanos en una tragedia sin fin.

“Fahrenheit 451” es una novela que se llevó al cine en 1966 donde a los ciudadanos se les prohíbe leer y tener libros porque, según el Estado, leer impide ser feliz y por tal motivo existen “bomberos” que se dedican a quemar libros donde quiera que se encuentren. Este es un ejemplo de una sociedad absurda propia de las obras de ficción.

“Fahrenheit 1800” es una realidad que puede ser llevada al cine con toda su espeluznante crudeza de la quema de seres humanos
en campos clandestinos de exterminio y desaparición, incluyendo niños y mujeres. El director bien puede ser Quentin Tarantino o Brian De Palma y con escenarios muy naturales en Nuevo Laredo, Iguala o Fresnillo.

Para que usted tenga una idea de la magnitud del infierno mexicano debe saber que en 260 años de historia de la Santa Inquisición ésta quemó a mil 350 personas. Que en los 28 años de vigencia del Muro de Berlín entre el Pacto de Varsovia y la OTAN, en su “Zona de la muerte” fallecieron 198 personas y 200 fueron heridas al intentar cruzar dicha frontera durante la Guerra Fría. Y 130 mil fueron los muertos en la terrible guerra de los Balcanes.

Lo más aberrante es que aquí no hay exterminio por motivos religiosos, políticos o raciales, sino por mera necrofilia, miseria humana, sadismo extremo, el placer de mutilar, el síndrome de decadencia
que mueve al delincuente, en muchos casos, a quemar viva a su víctima por el gusto infernal a la chamusquina.

El horror que ronda en los 100 mil desaparecidos y los 400 mil asesinados desde el año 2000 es una realidad de la degradación cataclísmica de nuestra sociedad. Ninguna
realidad o película de horror la puede igualar, excepto, claro está, el Holocausto.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM