Hablemos de Dios 157: la biblia y el libro sagrado de los hindúes
“El océano se ve agitado durante la estación de las lluvias, en la cual los ríos crecidos corren presurosos hacia él y el viento levanta olas en su superficie. Asimismo si la persona dedicada al proceso de yoga místico no está muy avanzada en la vida espiritual, puede verse afectada por las modalidades de la naturaleza, y por lo tanto sentirse perturbada por el impulso sexual”.
El anterior párrafo entrecomillado, si usted lo lee nuevamente, no es de la Biblia cristiana ni católica (es la misma pues, básicamente), tampoco es de “El Corán” de nuestros hermanos separados, los musulmanes, no; es nada menos que del “Bhágavata-Gitá”. Libro sagrado de los hermanos hindúes, libro escrito al menos hace 4 mil años atrás. Pero creo usted lo nota muy rápido ya: se pueden aplicar sus versos en nuestra religión y creencia sin ningún problema.
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Lo vimos o lo seguimos viendo con las fiestas de fin de año: los mexicanos, dice el refrán popular, no tenemos “llenadera”. Si es comida la queremos y disfrutamos toda. Si es vino, con mayor razón. Nunca nos hartamos. Somos un pueblo mitotero. Y también la imaginería popular ha bautizado estas fiestas de fin de año como el famoso “Puente Guadalupe-Reyes”. Se empezó el brindis y comida en el aniversario de la Virgen de Guadalupe, luego las posadas de rigor, la cena de Noche Buena, la cena de fin de año y la llegada de los Reyes Magos... nunca nos hartamos.
¿En la fiesta y bacanales podemos encontrar y sentir a Dios? Mmh, usted tendrá su mejor opinión, pero ninguna religión o creencia lo transmite. Poco o nada tenemos qué ver con la frugalidad de la comida y bebida de los hermanos hindúes, aquellos que tienen en su libro sagrado el “Bhagavad-Gitá”, su guía e inspiración para la vida. De hecho, creo ya desapareció su templo aquí en Saltillo, estaba ubicado por el rumbo del sur de la capital. Enseguida de la Central de Autobuses.
En su momento, parte de su invitación la cual hacían circular para atraer a la sociedad a su comunidad espiritual, rezaba de la siguiente manera: “Todos los domingos charlas acerca del Bhagavad-Gitá tal como es, música devocional y un suntuoso banquete vegetariano totalmente gratis...” Lo repito, en su momento fui por espacio de dos o tres meses a su centro ceremonial cada domingo. Y sí, aquello era una maravilla de música y analizar su libro sagrado; al final, dicho banquete vegetariano y saludable, pero no apto para paladares carnívoros como el de nosotros.
Buscando un libro que no encuentro (nunca los encuentro cuando los necesito) en mi biblioteca, di con una edición que no recordaba del “Bhagavad-Gitá”. No es una edición completa, pero sí mayor y se deja leer con holgura y buena traducción. Llama la atención inmediatamente una estrecha comunicación entre lo sagrado, la naturaleza y claro, la comida. Le voy a transcribir algunos de sus versos los cuales hacen referencia a esa frugalidad en el comer y beber todo para encontrar algo anhelado: comunicación con Dios. Cosa que en México, estamos lejos de practicar.
ESQUINA-BAJAN
Lea usted: “El Señor disfrutaba en compañía del Señor Baladeva y los demás pastorcillos de vacas, y a veces se sentaba con ellos sobre la misma losa. Allí sentados comían alimentos simples como arroz, dal, verduras, pan y requesón que habían traído de sus casas y que compartían fraternalmente”.
“Las vacas que entraron al bosque con el Señor se movían lentamente por el peso de sus ubres cargadas de leche. Pero cuando el Señor las llamaba por sus nombres específicos, de inmediato prestaban atención, y mientras se apresuraban a llegar a él, sus rebosantes ubres derramaban leche por todo el suelo debido al afecto que le tenían al Señor”.
“Cuando la estación de las lluvias finalizó, el bosque de Vrndávana estaba lleno de frutas, como dátiles y moras que maduraban en los árboles y arbustos. El Señor, junto a Sri Baladeva, Su hermano mayor, y los demás pastorcillos de la inmediaciones, entraron con las vacas al hermoso bosque a ejecutar pasatiempos trascendentales con Sus amigos eternos”.
Y sólo como un pálido pero tremendo contraste, veamos unos versos del eterno atormentado poeta Charles Baudelaire, el cual buscó a Dios todo el tiempo, pero renegó de él, lo maldijo, lo increpó; Baudelaire mojó su tinta en todos los placeres, en todos los licores y en toda forma de sensualidad y sexualidad. Así murió, pero en sus “Diarios íntimos”, al final, busca a Dios afanosamente y... se encomienda a él. ¡Tremendo aquello!
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Relea usted el párrafo con el cual iniciamos esta nota de hoy, este asedio a Dios. Lo que es la metáfora y significado de las aguas y el océano para los hermanos hindús según su libro sagrado. Ahora lea algunos versos de Baudelaire de su poema “Obsesión”: “¡Yo te odio, océano! Tus calmas, tus tumultos/ también los hay en mi alma; y en esa risa sin par del vencido.../ pues yo busco lo incierto, lo negro, lo desnudo”. Puf.
LETRAS MINÚSCULAS
Para terminar hoy, lea un verso del “Bhágavata-Gitá”: “Al escuchar el sonido de las lluvias torrenciales, las ranas salen de sus cuevas y comienzan a croar como brahamacaris que cantan himnos védicos siguiendo la instrucción del maestro espiritual”. Compare usted: oriente contra occidente...