Hablemos de Dios 196
COMPARTIR
TEMAS
Días duros. Con pandemia y sin ella. Siempre ha habido días duros. Pero, con la pandemia, esto se volvió peor de duro y acaso, irreparable. Se acercan los días de lo que en la antigüedad (hace tres, cuatro años) llamábamos la bonanza de diciembre y fin de año. Llega el aguinaldo el cual nos quema las manos. Aunque bueno, luego llega en enero la austeridad, le precariedad y muchas de las veces, la necesidad.
No en todos, pero si en millones de familias mexicanas a las cuales no les alcanza (no nos alcanza) el salario mínimo para subsistir. El problema de México y de muchas naciones siempre ha sido la pobreza. Mientras unos pocos tienen mucho; millones no tienen acceso a lo básico. Ni un mendrugo de pan en ocasiones. Dice Lucas, “Más cuando hagas banquete, llama a los pobres...” (Lc. 14:13). Pocos lo hacen.
TE PUEDE INTRESAR: Hay silencios que aniquilan
Y llamar a los pobres al banquete, no es darles sólo de comer un día, no. Absolutamente no señor lector. No es darles migajas del opulento banquete de los ricos y millonarios, es diseñar políticas públicas de largo alcance que posibiliten la generosa remuneración a cualquier mexicano para que éste viva dignamente. Es diseñar planes y proyectos de gestión y trabajo por parte de todos los actores políticos de la actualidad. Cosa que lo dudo en la figura de la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Hemos visto que salir con un enorme saco de dinero y regalarlo (las políticas de Andrés Manuel López Obrador) a los pobres y menesterosos no ha sido suficiente. Dar de comer por y para siempre es otorgar un trabajo y vida digna, no un regalo electoral. Combatir a la pobreza es otorgar vida y responsabilidad dignas a los ciudadanos. Situación que al día de hoy se está perdiendo. ¿Todo esto tiene qué ver con Dios?
Claro que sí, siga leyendo por favor. ¿Recuerda usted lo siguiente? “Somos un país en donde pocos lo tienen todo y la mayoría carece de condiciones para el goce efectivo de sus derechos. Somos una nación que crece a dos velocidades. Hay un México de progreso y desarrollo, pero hay otro que vive en el atraso y la pobreza”.
No, son las palabras de AMLO ni han sido las de la Señora Presidenta, la Shein. Fueron las primeras palabras del primer discurso como Presidente de México de Enrique Peña Nieto en el ya lejano diciembre de 2012 donde admitió (cosa que no sirvió de mucho en la acción) que somos en el país 53.3 millones de pobres. Lo reescribo, habíamos en ese año esa cifra de menesterosos. Doce años después, según los datos de la CONEVAL (que no acepta AMLO ni Claudia, jamás), hay más millones de pobres sumidos en la pobreza y en la pobreza extrema debido al paso de la pandemia y la pérdida de trabajo digno.
Analistas independientes tasan y miden lo anterior entre 65 y 68 millones de hambrientos. La desigualdad como signo de identificación de todo un país, una nación hambrienta. La cual no puede salir de su atraso crónico y ahora, sumidos en el populismo.
ESQUINA-BAJAN
Días largos y duros son estos donde sin ver un futuro ni prepararnos para él, hemos gastado todo cuando lo había; hoy no hay nada bueno a la vista y dentro de mucho tiempo. ¿Hay solución? Usted lo sabe, soy catastrofista y no veo nunca nada bueno en un futuro inmediato. La adversidad sirve para refrendar nuestra vocación de vida y aferrarnos no obstante lo duro, a nuestros ideales y planes de vida y familia por venir. Planes y acciones concretas de incentivos y diseño estratégico de negocios, situación personal y familiar de largo aliento. En fin, todo aquello que usted sabe.
Con la llegada de AMLO y luego, la de la Señora Presidenta, todo se ha puesto más duro y difícil a lo habitual, seamos francos. Pero, le tengo una buena noticia. Hay un Dios, el cual es el mismo y es diferente. No hay contradicción de por medio. De entre los varios nombres de Dios (digamos, su apellido) éste se llama Jehová Jiré (el Señor mi proveedor). ¿Le digo algo lector? Este Dios no lo va a dejar, no lo va a desamparar en sus carencias. Jehová Jiré es el primer nombre compuesto de Jehová que se nombra o aparece en el Antiguo Testamento, específicamente en Génesis 22.
Es cuando suple o soluciona todas las necesidades de Abraham. Pero, como a Abraham, Jehová Jiré nos pide y nos exige no una fe estática, ciega y de espera, no; nos pide y exige una fe en movimiento. Hay que levantarse de mañana, muy de mañana, enalbardar nuestro asno, nuestro caballo o nuestro transporte colectivo y entregar lo mejor de nosotros en holocausto: trabajo en honor de Dios (Génesis 22:3). ¿Usted se levanta a las 7 de la mañana y no le va bien? Pues hay que levantarse entonces a las seis.
Este Dios proveedor es justo, bueno y magnánimo. Jehová Jiré se repite en varias ocasiones en la Biblia. No tengo todas las citas, imagino ha de haber más, pero le transcribo una: “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá, por tanto se dice hoy: en el monte de Jehová será provisto”. Génesis 22:14. Aparece también en Salmos 65:9 en Lucas 6:26 y luego en los versículos del 31 al 33. Así como Abraham, usted no dude ni un segundo que Dios lo proveerá de lo necesario; pero, como el mismísimo padre Abraham del Antiguo Testamento, usted tiene que buscar su sustento, su promesa de vida digna y relegamiento económico. Y claro, exigirles a sus autoridades políticas no migajas, sino todo un banquete para usted y los suyos.
LETRAS MINÚSCULAS
“(Dios) dará también juntamente con la tentación la salida...” (1 Corintios 10:13). Lo que necesite, pídalo a Jehová Jiré: el Dios proveedor.