Israel y su guerra monstruosa
COMPARTIR
¡Qué difícil delimitar la perversidad del Estado de Israel y compararla con la solidaridad de algunos grupos de judíos que apoyan a Palestina! ¿Cómo imaginar la crueldad de un pueblo que tanto sufrió y que ahora ha redoblado su maldad hacia seres desmesuradamente débiles? Algunos alegan: ¿no es verdad que los terroristas de Hamas asesinaron judíos y secuestraron personas inocentes? Claro que es cierto, pero, ¿cuántos de Hamas han muerto?, ¿100, 500?, y no más. En cambio, ¿cuántos palestinos?, ¿25 mil?, y ¿cuántos niños?, no menos de 14 mil. Los muertos eran inocentes; Netanyahu y sus perros de guardia son asesinos.
Fíjese que la estrategia de los militares israelitas es vieja: siempre han asesinado jovencitos, adolescentes, niños; no les interesan los viejos o las mujeres. No quiero tergiversarlo, pero una de las fundadoras del Estado de Israel, Golda Meyer, gran mujer, dijo en una asamblea (y está grabado): “mientras nosotros nos acostamos a dormir, los palestinos están haciendo hijos”. No sobreinterpreto esas palabras, pero no están lejos de lo que han llevado a cabo al menos desde 1965.
TE PUEDE INTERESAR: Lo que se ha olvidado de AHMSA, ilustrado por un obrero
Aclaro: menciono israelitas no judíos. Judío, católico, musulmán, evangélico, etcétera, son adjetivos. Judío es, nada más, quien practica una religión determinada, religión que es necesario precisar que tiene un sinnúmero de grupos que se tienen por distintos entre sí. Es como decir protestante: hay más de mil agrupaciones que caben en el adjetivo.
Lo anterior nos conduce a algo interesante: muchos miles de judíos hoy en día, están contra la guerra israelí hacia el pueblo de Gaza. Me emocionó demasiado ver desfilar a un grupo de ancianos que vestían el pijama a rayas que se usaba en Auschwitz, donde ellos residieron y sobrevivieron que son favorables a los palestinos; también un grupo de jóvenes con camisetas negras cuya leyenda dice “soy judío, pero a favor de Palestina”. Y, según yo, lo máximo fue ver a un grupo de judíos ortodoxos, askenazis, que desfilaban en Jerusalén enarbolando la bandera de Palestina y portando carteles favorables a los gazatíes. Un niño no mayor de ocho años llevaba un cartelón en hebreo y árabe que decía “esta tierra es de los palestinos y podemos compartirla”. ¡Vaya que puede haber diferencias respecto a Israel y Estados Unidos, que alimenta y alienta las masacres!
Un pueblo sufrido, despreciado, maltratado por siglos, como el sudafricano, pasó, gracias a Nelson Mandela, de la necesidad de venganza, del odio acumulado, de la búsqueda de recuperación de su humanidad, a la aceptación de que todos los que los odiaron, los blancos racistas, eran sus iguales. Un zulu sufrió, a su manera y en sus circunstancias, lo que un judío en Alemania antes de la etapa del genocidio. Pero los mandelas no se dan en árboles. Cierto que en el judaísmo hubo no pocos seres generosos, como Ben Gurión o Gershom Cholem, sin embargo, éstos y muchos otros llevaron adelante un sionismo que ya se preveía que bajo el poder judaico era aviso de segregación de los palestinos y de expropiación de su territorio. El mejor amigo de Cholem, Walter Benjamin, de familia judía, pero ateo, rompió con él acerca del sionismo, que ya veía en 1940 como un proyecto cercano al fascismo.
TE PUEDE INTERESAR: De Checoslovaquia a Saltillo: Jana Petrzelová, psicóloga ejemplar
Otros, como el gran lingüista Noam Chomsky o el mejor ensayista George Steiner, descendientes de judíos, pero ateos, rechazaron el sionismo. Un premio nobel de literatura, además de ser muy conservador, Mario Vargas Llosa, fue expulsado de Israel como persona no deseada porque publicó un texto sobre la maldad de los israelitas contra el pueblo palestino. Aquí en México recuerdo a una anciana judía que sobrevivió Auschwitz y declaró en Televisa: “Ariel Sharon (primer ministro) es Hitler”, nada más, y nada menos.
Una de las guerras más crueles, injustas, hipócritas y perversas de las que pueda uno recordar está teniendo lugar bajo nuestros ojos. ¡Es inmoral no condenarla!