La alfabetización es un derecho, no un privilegio
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Solemos creer que leer y escribir son dos habilidades que todas las personas poseen; sin embargo, un gran número de personas alrededor del mundo no adquirieron la enseñanza básica de lectoescritura. Imaginar la posibilidad de realizar nuestras tareas diarias sin poder leer ni escribir puede resultarnos impensable, ya que utilizamos la lectoescritura al trabajar, estudiar, comunicarnos con nuestros seres queridos, realizar actividades de ocio y otras cosas tan básicas como ir al supermercado, leer los señalamientos que se encuentran en lugares públicos o buscar algo en internet. Sin embargo, no poder realizar fácilmente las actividades mencionadas anteriormente es una realidad para millones de jóvenes y adultos en el mundo.
El pasado 8 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Alfabetización bajo el lema de: “transformar los espacios de aprendizaje de la alfabetización”. Esta fecha es celebrada desde 1967 luego de ser proclamada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), lo anterior, con la intención de luchar en contra del analfabetismo y difundir la importancia de la alfabetización en todos los países del mundo.
El analfabetismo no es otra cosa que la incapacidad de leer y escribir debido a que no se recibió esta enseñanza. Comúnmente, este problema se atribuye a factores sociales y económicos como la pobreza extrema, la falta de escuelas, la deserción escolar, entre otros. Por otro lado, la alfabetización consiste en la acción de enseñar, especialmente a jóvenes y adultos, las competencias de lectura y escritura, además de que busca que las personas comprendan lo que leen, lo interpreten y logren comunicarse de manera efectiva y sin problemas.
Por otra parte, el problema del analfabetismo tiene una estrecha relación con el derecho a la educación, que se encuentra reconocido en numerosos tratados internacionales y en nuestra Constitución, específicamente, en su artículo tercero. Actualmente, uno de los problemas más grandes que presentan los derechos humanos es la falta de garantías para que estos se materialicen en la realidad. Si bien los países reconocen el derecho a la educación, la realidad es otra: no todas las personas tienen acceso a ella.
El analfabetismo resulta una violación al derecho fundamental de la educación, que debe de ser disfrutado por todas las personas. No recibir una educación que permita aprender competencias básicas como la lectoescritura implica que las personas no logren un pleno desarrollo, no puedan realizar sus actividades cotidianas y se encuentren en una situación de incomunicación y vulnerabilidad.
Desafortunadamente, según datos de la UNESCO, 250 millones de niños y 771 millones de jóvenes y adultos alrededor del mundo carecen de las habilidades de lectura y escritura. Un dato que resulta alarmante sobre esta cifra es que dos tercios de estas personas son mujeres.
Otra situación que debemos tomar en cuenta y que generó un fuerte problema en el disfrute del derecho a la educación fue la pandemia ocasionada por el COVID-19. A raíz de esta contingencia, las escuelas alrededor de todo el mundo tuvieron que cerrar sus puertas y la educación de millones de personas se puso en pausa. A pesar de lo anterior, aún queda mucho por saber respecto al verdadero impacto de esta pandemia en la alfabetización de jóvenes y adultos. Lo que sí sabemos es que, según cifras de la UNESCO, a raíz de la emergencia sanitaria del COVID-19 es probable que 24 millones de estudiantes nunca regresen a la educación formal, de los que se prevé que 11 millones sean niñas y mujeres jóvenes.
A su vez, es importante mencionar que los grupos en situación
de vulnerabilidad suelen verse más afectados por la falta de acceso a la educación y como consecuencia a la falta de alfabetización. Según cifras del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), en el 2020, del total de personas analfabetas en México, un 35 por ciento pertenecía a población indígena y un 62 por ciento a adultos mayores de 60 años.
La celebración del Día Internacional de la Alfabetización es la oportunidad perfecta para repensar en la importancia del derecho a la educación en niños, jóvenes y adultos. El derecho a la educación, y por tanto a la alfabetización, no es ni debería ser un privilegio. Todos y todas, por igual, debemos de adquirir la enseñanza de la lectoescritura para poder desarrollarnos correctamente y continuar educándonos.
La alfabetización, además de referirse a enseñar a leer y escribir, implica el primer paso para disfrutar nuestro derecho a la educación. Es la base del aprendizaje y la obtención de conocimientos. Y la educación implica el futuro de todas y todos. Como dijo Malala Yousafzai: “un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución”.
La autora es auxiliar de investigación en el Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH