La búsqueda de los desaparecidos en Coahuila: la fuerza y voluntad de las familias
POR: Grace Mahogany Fernández Morán
Cuando la violencia llega y se apodera de tu hogar de una forma tan agresiva como lo es la desaparición de un ser querido, tu vida da un giro de 180 grados y, si bien es cierto que tienes mil razones y derecho para derrumbarte, en este país realmente no es opción si quieres tener a tu familiar de regreso. La exigencia de búsqueda y de justicia debe ser inmediata, pero el primer reto a sortear es precisamente el de la procuración de justicia, que los encargados de buscar, ¡busquen!
La desaparición de personas no es un delito nuevo, lleva instalado en lo profundo de la impunidad al interior del sistema de Gobierno hace por lo menos 50 años. En aquel entonces el miedo de las víctimas, de la sociedad y la participación directa de los agentes del Estado, impidieron que existiese una correcta atención, prevención y erradicación de las desapariciones en el país.
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La guerra contra el narcotráfico volvió a traer a la agenda pública la desaparición de personas, pero ahora como un tema entre particulares que dejaba de lado al Estado únicamente como ente inútil e ineficiente para proteger a la ciudadanía, procurarles justicia y mucho menos para buscarlos de forma inmediata y adecuada.
Ante estas deficiencias, las familias no tuvimos más remedio que sustituir al Estado, empezamos a buscar información, seguimos el rastro que dejaron nuestros familiares o los delincuentes que se los llevaron, descubrimos redes criminales, formas de operación, líneas de negocio criminal y, claro, los nexos con las instituciones y las autoridades del Estado.
Durante los últimos 17 años, las familias trabajamos en el reconocimiento del delito de desaparición forzada y desaparición cometida por particulares, así como en la creación de una institución que se dedicara a la búsqueda de nuestros familiares como eje rector, luego, salimos a buscar las fosas clandestinas, llevando de la mano a las autoridades y buscando apoyo para capacitarlos, pero también para que les ayudasen en la identificación de las personas fallecidas. Hemos creado protocolos de actuación, mecanismos extraordinarios y específicos, comisiones de la verdad y cualquier otra institución o herramienta que ayude a lograr la meta: encontrar a todas las personas desaparecidas.
Coahuila ha sido un estado ejemplar en la atención a las familias, desde Rubén Moreira, quien aun cuando apenas era gobernador electo ya recibía a las víctimas y creó programas y leyes únicas en el país para escuchar y atender a las familias, y más recientemente con Miguel Ángel Riquelme, que tuvo el acierto de construir de la mano de los colectivos del estado la Comisión de Búsqueda y el Centro Regional de Identificación Humana para enfrentar el enorme reto de buscar a las personas con y sin vida y poder retornarlas de forma digna a sus hogares, con sus familias.
Todo esto se lee rápido y muy fácil, pero para la gran mayoría de ustedes es difícil entender que una ausencia en estas circunstancias es una herida lacerante, que duele todos los días, todo el día. El sentarte a hablar de leyes, protocolos, presupuestos y voluntad política cuando en realidad sólo escuchas que aún falta mucho para encontrar a tu familiar, es una verdadera tortura, que se ve complejizada por la necesidad de seguir exigiendo lo que es la obligación de las autoridades.
El 2024 será un año de grandes cambios y lamentablemente no se visualizan como positivos o esperanzadores, las elecciones federales y estatales en todo el país y la llegada de nuevos funcionarios que no conocen de derechos humanos, que no conocen nuestras leyes, que no conocen nuestra lucha, pero que sí vienen con su propia agenda, con sus propios intereses y sus compromisos adquiridos; sin embargo, estoy convencida de que hay un sólo camino: el diálogo.
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La priorización de los derechos humanos, la atención al delito de desaparición y la participación de las víctimas en la construcción de políticas públicas como parte del Plan Estatal de Desarrollo puede terminar de impulsar los procesos de construcción de capacidades institucionales en Coahuila, necesitamos una verdadera Fiscalía que sirva, una Comisión de Búsqueda que encuentre y un Centro Regional que identifique a todos los fallecidos que esperan recuperar el nombre y a quienes se les espera en casa. ¿El próximo titular del ejecutivo será capaz de hacer la diferencia? ¿Sabe qué es lo que se necesita para lograrlo? Algo sí le puedo garantizar, puede contar con las familias de las personas desaparecidas para hacer frente a los retos y, finalmente, traer a casa a nuestros familiares.
La autora es integrante del colectivo Buscando Desaparecidos México, BUSCAME
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH