La contaminación del aire enferma a nuestros hijos
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El aire que respiramos nos está enfermando y, en el corto y mediano plazo, constituye uno de los más importantes detonantes de enfermedades potencialmente mortales
Lo hemos señalado con insistencia en los últimos meses: uno de los peores problemas que enfrenta el mundo de hoy es el relativo a la contaminación del aire. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), siete millones de personas mueren anualmente −de forma prematura− en el mundo a causa de enfermedades provocadas por este fenómeno.
¿Podemos creer que quienes habitamos la Región Sureste de Coahuila estamos al margen de dicho fenómeno? La respuesta es un contundente no. Lo que ocurre es que las autoridades ambientales, así como las sanitarias, no están estudiando el problema y, por tanto, no existen diagnósticos ni, mucho menos, medidas para enfrentarlo.
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Tal actitud contradice una de las directrices que, sobre el tema, ha emitido la OMS y está dirigida a las ciudades y comunidades: “los diferentes sectores deberían incluir la salud en todas las políticas, con datos y herramientas suficientes para evaluar los resultados en materia de salud”.
Lejos de esta posibilidad, los gobiernos −estatal y municipales− han decidido voltear hacia otro lado e ignorar el problema, pretendido quizá que si no se habla de éste entonces no existe y tampoco es necesario diseñar e implementar medidas para atenderlo.
La realidad, sin embargo, se impone siempre y, como lo reportamos en esta edición, el Centro Regional de Alergia e Inmunología Clínica, del Hospital Universitario Dr. José Eleuterio González, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, ha realizado un estudio de acuerdo con el cual padecimientos como el asma y las alergias han incrementado su incidencia, sobre todo entre la población infantil.
El fenómeno, que tendría al menos cuatro décadas desarrollándose, resulta más común en las ciudades con fuerte actividad industrial, entre ellas las zonas urbanas de Monterrey y Saltillo.
Que esto sea así es lógico, pues las fuentes de contaminantes atmosféricos que se asocian con problemas de salud, en el mundo entero, se encuentran en mayor cantidad en estas zonas, especialmente las partículas finas que derivan de procesos industriales y, por su tamaño, se alojan fácilmente en los pulmones.
No hacía falta conocer el estudio anterior, desde luego, para tener claro que existe un problema serio de contaminación ambiental a nuestro alrededor y resulta urgente atenderlo. Los datos proporcionados por los encargados de realizarlo, sin embargo, aportan nueva evidencia que convoca con urgencia a reaccionar frente a la crítica realidad que vivimos.
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Al respecto, conviene recordar la directriz que la OMS ha emitido y está dirigida a las personas, a los ciudadanos de a pie: “defiendan su derecho a entornos saludables y sostenibles. Exijan cuentas a sus gobiernos”.
Eso es justamente lo que los integrantes de la comunidad tenemos que decidirnos a hacer con vigor y de forma intransigente: exigir a nuestros gobiernos que dejen de ignorar el más grave problema que padecemos: la existencia de contaminantes peligrosos en el aire que respiramos.