La cultura es un bien público

Opinión
/ 18 enero 2025

Lo primero es lo primero, dado el título de estas reflexiones que me permito compartir con usted, estimado leyente. ¿Y qué es la cultura? El antropólogo británico Edward B. Tylor la definió como “todas las capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad”. Y eso es precisamente la cultura, por ende todos tenemos algo que ver en ello, los de ayer, los de hoy y los de mañana. La cultura es todo cuanto hace el hombre, cuanto ha dejado y seguirá dejando mientras sigamos en el planeta tierra. La cultura nos define, dice quiénes somos, explica por qué somos de tal o cual manera. Es la manifestación de lo que experimentamos, de lo que sentimos, de lo que soñamos, de la percepción que tenemos de nuestro entorno, de lo que degustamos, de lo que escuchamos. Así de enorme y más es la cultura de un pueblo. Y somos muchos pueblos sobre la faz de la tierra.

¿Para qué sirve la cultura de un país?, ¿a quiénes les es útil?, ¿por qué se consagra como un derecho en nuestra Carta Magna?, ¿por qué debe haber un recurso destinado por el Congreso a la cultura? Estas interrogantes se antojan quizá como baladíes, como algo superfluo, partiendo que hay erogaciones más importantes que el Estado –entendido como organización política– debe de cubrir, como son la salud, la seguridad, la educación, entre las más relevantes, porque se está refiriendo a necesidades básicas que hay que solventar. Desde esta perspectiva, la cultura también es prioridad.

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¿Por qué? Porque las conductas, los hábitos, las actitudes de un pueblo, son SU CULTURA. Y esto tiene un peso definitorio para construir un país próspero, exitoso, en todo sentido. La cultura, la raigambre de esa cultura es la que te da identidad, conciencia de pertenencia, de soberanía, de autoestima, es la que te enraíza a lo tuyo, y como es TUYO, lo amas, lo defiendes. Concebir que una política cultural esté destinada a una comunidad artística para que se exprese, no se vale, claro que comprende el que existan programas y apoyos para que crezcan las bellas artes, pero ese entendido se queda absolutamente corto. De ahí deviene que a la CULTURA se le estime como un GASTO INNECESARIO. La cultura es un BIEN PÚBLICO, por ende necesita recursos para que llegue a todos, para que se convierta en una catapulta que detone el desarrollo integral de las personas.

Un gobierno que invierte en cultura, que concibe a ésta como un instrumento que coadyuva para que sus gobernados se realicen a través de sus talentos, que en primer lugar, actúe como el medio para que los descubra, y después los alimente para que crezcan, está cumpliendo con un deber sustantivo con quienes lo eligieron para que trabajara a favor suyo. Ya es hora de romper paradigmas y adecuarnos a un siglo XXI en el que la tecnología está cambiando al mundo a tal velocidad, igual que lo hizo la Revolución Industrial en el pasado, y resulta imperativo que entendamos esta dinámica, pero sin perder nuestro sentido de humanidad.

Las bellas artes alimentan ese sentido de humanidad. A través de la danza, de la música, del teatro, de la pintura, de la escultura, del canto, de la literatura, el mundo se convierte en un mejor sitio para vivir. El hombre es una criatura con cuerpo y con alma, es materia y es espíritu, y ambas naturalezas necesitan sustento. La sociedad está integrada por personas y las personas de esa sociedad, aunque suene redundante, tienen derecho a producir sus propios bienes culturales. Y todas estas bellas artes pueden convertirse en modus vivendi de quienes tienen el don y la determinación de que así suceda. Pero hay que darles la oportunidad para ello. De ahí que un gobierno responsable se haga cargo de esta realidad, que al final del día, es el objetivo de la organización denominada Estado: GENERAR BIEN PÚBLICO.

Es esencial sembrar en las generaciones de hoy día una concepción distinta a la que predomina, porque de ahí deriva que dejes de ser población a secas y te conviertas en ciudadano, y cuando esto se da, conoces y haces valer todos y cada uno de los derechos que te otorga la ley con carácter universal y se abandona el triste papel de mirón de palo. La grandeza o la pequeñez de un pueblo la define en gran medida su proyecto cultural.

El pasado 20 de diciembre se llevó a cabo la sesión del Consejo de Cultura de Coahuila, del que quien esto escribe es integrante. Se escucharon las voces, las opiniones, de cuantos tuvieron a bien participar, y esto es parte esencial de lo que ahí se hace, porque es el modo más inteligente y respetuoso de llegar a consensos y acuerdos a favor de Coahuila. Invitamos a la comunidad a actualizar el Padrón Artístico y Cultural y a crear un Catálogo de Artistas Coahuilenses, para que la comunidad artística y cultural se registre mediante convocatoria y así visibilizar su trabajo desde la página de la Secretaría de Cultura. Se integraron comisiones para abordar diferentes temáticas, Planeación y presupuesto; Desarrollo Cultural Municipal y Pueblos originarios; Desarrollo artístico, Arte, Cultura, Ciencia y Desarrollo Social; Transparencia y comunicación social; Honor, Justicia y temas legislativos; Patrimonio e infraestructura cultural; y Comité técnico para el padrón artístico. Se abrió un periodo –mes de enero- para la recepción de propuestas de los consejeros para integrar el Plan Operativo Anual de la Secretaría, también para la redistribución del presupuesto a las áreas artísticas, estímulos fiscales, espacios para sus presentaciones, entre otros.

Entendemos que hay mucho que caminar, y como escribió el inolvidable Leonardo Fabio: ”Quien nace cineasta viene con una urgencia: utilizar o fabricar imágenes para testimoniar la historia, transmitir el asombro, los sueños, la poesía. Esto no es nuevo, siempre fue así... el narrador que nos precedió, el más remoto, se ahonda en el misterio de los tiempos. Lo hizo Dios como herramienta para contar su obra, la creación, la vida”.

Plantarse en los zapatos de otro no es fácil, pero es un espléndido ejercicio para entenderlo. Yo creo en aquello de que hablando se entiende la gente. Ortega y Gasset decía, palabras más, palabras menos, que vemos las cosas como somos, no como son realmente. Hay que abrirle el paso a la empatía, es un puente de plata que nos permite comprender que no todos pensamos igual, pero que eso se puede remontar si median la voluntad y la humildad. La ausencia de empatía conlleva a la generalización, a la radicalización y a la frustración. ¿A quién o a quiénes beneficia esto?

Vamos caminando, de verdad. La sede de la Secretaría de Cultura ya está de vuelta en el corazón de la ciudad capital de nuestra Coahuila. La Muestra Estatal de Teatro se pudo llevar a cabo en el Teatro de la Ciudad Fernando Soler y en el de Cámara. Y así se irán abriendo nuevos senderos. Hay que darnos la oportunidad.

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