La gobernanza en la gestión del espacio público

Opinión
/ 24 enero 2024

El espacio público, como escenario de las distintas manifestaciones de la convivencia urbana, es un entorno que a todas y todos pertenece, al tiempo que no es de nadie. Es decir, es la propiedad pública por excelencia, por lo que su modelado y gestión debe obedecer al interés público y no al particular.

Para poder caracterizar adecuadamente el interés público que determinará la forma en que se gestiona el espacio público, no basta con el conjunto de disposiciones legales en la materia ni con las decisiones gubernamentales que le aplican. Se requiere de la participación efectiva y permanente de las y los usuarios de aquel.

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Es decir, la voz de la ciudadanía debe estar presente en la toma de decisiones sobre todo lo relativo al espacio público. Para ello, los espacios y mecanismos de incidencia ciudadana son, más que relevantes, indispensables, debiendo ser accesibles a todas y todos los ciudadanos, particularmente a quienes presentan condiciones de vulnerabilidad.

La participación ciudadana, concepto que tantas veces hemos escuchado en el discurso, pero no hemos visto con la misma recurrencia en la práctica, es el factor determinante para la materialización de la gobernanza.

Antes de continuar, conviene distinguir gobernanza de otro concepto con el que se le llega a confundir, llamado gobernabilidad. La gobernabilidad es una característica que se manifiesta cuando los órganos de gobierno pueden cumplir de manera efectiva con las responsabilidades que derivan de su mandato legal. Es decir, existen condiciones materiales para que la autoridad ejerza sus funciones, conduciendo así adecuadamente la función pública.

La gobernanza se refiere a algo bastante más complejo. A la fecha no existe consenso sobre su definición dadas las distintas aproximaciones al concepto. Sin embargo, podemos entenderla como la efectiva generación de acuerdos y de toma de decisiones para lograr los fines de interés público.

Desde esta perspectiva, la gobernanza es un fin en sí mismo, un resultado de la correcta construcción de condiciones para satisfacer lo que es de interés colectivo, con la participación de todas y todos, en ejercicio de una responsabilidad compartida que no le es ajena a nadie. Así pues, hablar de gobernanza es hablar de un estado óptimo en el funcionamiento colaborativo de sociedad y gobierno.

Es así que, como comentábamos párrafos atrás, para lograr la gobernanza en la gestión del espacio público son indispensables los espacios de participación ciudadana. Sin embargo estos espacios de participación no deben situarse sólo al final de los procesos de construcción y toma de decisiones, haciendo las veces de foros de validación; deben tener un papel protagónico en estos procesos, por lo que precisan de estar presentes en sus distintos momentos.

Así, toman relevancia las consultas públicas sobre las necesidades de gestión del espacio público; los procesos participativos de identificación de problemáticas y la recolección de propuestas ciudadanas de solución; la puesta a consideración de acciones gubernamentales y la recepción de alternativas planteadas por la ciudadanía; el seguimiento a la implementación de acciones y los espacios de contraloría ciudadana.

Es probable que con lo expuesto hasta este momento se tenga la idea de que, para que lo propuesto sea posible, se requiere exclusivamente de la voluntad gubernamental, sin embargo es igualmente importante la voluntad ciudadana de construir y aprovechar tales espacios. No son pocos los casos en que, ante una convocatoria abierta a la ciudadanía a participar en procesos de toma de decisiones, la participación es sensiblemente menor a la deseable.

Tal vez el desánimo derive de una falta de credibilidad en los procesos participativos, o de la percepción de que poco se podrá hacer ante los intereses de grupo cuando no coinciden con el interés colectivo. Sin embargo, abstenernos de participar hace viables las malas prácticas y facilita el que la toma de decisiones se tome sin considerar la opinión ciudadana.

Es por lo anterior que conviene aprovechar cuanto espacio de participación se nos presente, así como buscar la apertura de espacios adicionales en los distintos momentos de confección de políticas públicas y de toma de decisiones. No podemos esperar resultados distintos haciendo lo mismo de siempre. Hacer de la participación ciudadana una constante en el desarrollo de lo público es un insumo básico para la construcción de un futuro posible.

jruiz@imaginemoscs.org

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