La importancia del contexto para entender la verdad

Opinión
/ 20 octubre 2024

Para fines de análisis e interpretación de un evento, situación o texto, el contexto es fundamental porque nos ayuda a entender en perspectiva que, todo lo que ha dado origen a lo que se entiende por forma, simple y llanamente es el fondo; el pre o post da la posibilidad a los que buscamos en las primeras y últimas causas de las cosas el porqué ocurre lo que ocurre.

En este tiempo donde las fake news nos invaden, la desinformación campea y los dobles discursos son el pan nuestro de cada día, el contexto nos ayuda a entender el significado de las palabras y de los discursos, de manera que evitemos creer lo que no tiene ni pies ni cuerpo, ni forma, ni consistencia, por una razón muy simple, la estructura del discurso no es coherente, no conecta o es irrelevante. ¿Quieren conocer la verdad de cualquier situación o evento? El contexto es la respuesta.

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Los alemanes de la “from geschichte”, y aunque tiene que ver con “hacer la historia” lo interpretan como “ambiente vital” –sitz im leben–, por esto entienden todo lo que gira alrededor de la historia, la que sea. Por supuesto, en este ejercicio no se ve sólo lo que pasa en el momento en que pasa; sino que se revisa “el antes”, que da la posibilidad de entender “el después”.

Por ejemplo, en lo político, lo social, lo económico, lo religioso, lo literario o lo que quiera, sus productos, eventos o situaciones no surgieron por generación espontánea. Tuvieron un pre, y ese pre es importante para entender el hoy. Por eso, no se vaya por la libre cuando vea una noticia o alguien le cuente algo que usted considere “amarilloso”, vea el antes para que pueda sacar sus conclusiones.

La producción de información y de conocimiento, afirma Michel Foucault, está condicionada por el lugar social, cultural, político, económico, religioso o institucional que ocupan. Por tanto, en concreto, en la sociedad mexicana, muchas palabras, situaciones, posturas, interpretaciones y dichos dejarían de ser ambiguos si nos preocupáramos por analizar adecuadamente el contexto.

Por ejemplo: cada país tiene una identidad cultural, una historia, usos y costumbres, una religión, una lengua y otras tantas variables que le conforman, ese es su contexto. Y a partir de ahí podemos entender de forma simple y llana por qué los mexicanos somos como somos y hacemos lo que hacemos. El contexto influye, quiéralo o no, en el comportamiento, en nuestras decisiones, en nuestras actitudes y, por supuesto, en cómo reaccionamos en tales o cuales circunstancias. ¿Quiénes somos, cuál es nuestra historia, de dónde venimos? Eso nos ayuda a entender no sólo nuestro presente, sino el presente de nuestra sociedad y, en el caso de nosotros los mexicanos, de nuestro país.

No nacimos en 2024; las condiciones actuales son completamente diferentes a las de 1960, 1970, 1980, 1990 o 2000, así como también difieren de las de 2006, 2012, 2018 o 2024. Pero para entender 2024, es necesario comprender tanto el pasado lejano como el reciente. Ese es el contexto, por ejemplo, la desigualdad, la pobreza, los salarios insuficientes, la corrupción, la impunidad y las taras sociales que usted mencione no surgieron hoy por la mañana. Lo que declara tal o cual personaje, que disfruta el foco como a las polillas, no es algo que haya comenzado ayer; lleva tiempo con esas prácticas. Quienes hoy se dan “baños de pureza” en los medios deben ser evaluados por lo que hicieron, cómo resolvieron los problemas o cómo actuaron cuando les tocó estar en la cúspide del organigrama en otro momento. Es tan simple, pero tendemos a complicarnos la vida.

Somos producto de una historia que nos antecede y esa historia nos hace entender el presente, lo que somos, lo que pensamos y lo que hacemos. Así es que ya lo sabe, quiere tener una aproximación a la verdad, revise siempre el contexto. En la literatura se compone del pretexto, del texto y del postexto, eso nos ayuda aún más a entender que el método y la ruta al contexto es infalible.

Cómo era la situación que pasaba en ese momento, cuáles eran las condiciones políticas, sociales, económicas, religiosas; posturas, ideologías, autores, su filiación, la región o el país en donde viven, escriben o suceden los acontecimientos; en fin, nos ayudarán a entender el presente. Tener una información completa y total de todo lo que gira en torno a una situación, evento o texto se interpreta y entiende a partir del contexto.

Y en ese orden de ideas, se generan relaciones, se fincan responsabilidades, se sabe quién miente y quién quiere escabullirse del juicio de la historia, pero ahí está el contexto siempre, iluminando lo que no se entiende o no se quiere entender.

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El papel que jugaron los medios en otro tiempo, el rol que jugaron los grandes e intocables comunicadores, los políticos y servidores públicos, empresarios, organizaciones, universidades, sindicatos y actores sociales que hoy siguen condicionando la evolución de nuestra sociedad, nuestro país y nuestras relaciones, requieren de la lupa del contexto para saber de qué van sus intenciones.

En el marco de lo que vivimos esta semana con la condena del secretario de Seguridad del Gobierno mexicano durante el sexenio 2006-2012, es importante analizar quiénes comunicaban en ese tiempo y los medios que utilizaban; quiénes participaban en la dinámica gubernamental, y los grandes capos que ahora están en el ojo del huracán. Todas estas preguntas, y más, nos ayudarán a entender si quien gobernaba en ese tiempo sabía o no que su secretario, con sus alianzas, nexos y círculos de operación, tiene responsabilidad en esta realidad de inseguridad, violencia y daño del tejido social del que no nos hemos recuperado y probablemente tardaremos muchos años más en hacerlo. Para eso sirve el contexto. Si revisa lo que sucedía en ese tiempo, con puntos, pelos y señales, se llevará una sorpresa y se dará cuenta de que no está muy lejos de la verdad. Así las cosas.

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