Albert Camus y el concepto de lo absurdo

Opinión
/ 13 octubre 2024

Albert Camus es un filósofo, periodista, novelista que es parte de lo que en la filosofía contemporánea se denomina corriente existencialista. En 1957 ganó el Nobel de Literatura con su fabuloso libro “La Peste”; libro novelado que narra en el contexto de la Segunda Guerra Mundial la idea del “absurdo”.

La novela se publica en 1947 y nos coloca en un pueblo llamado Orán, donde unos médicos apelan a la solidaridad ante la inminente peste que les azota. Se enmarca como producto del existencialismo reinante, en el sentido de la existencia: ¿Para qué vivimos, qué sentido tiene la vida humana? Sobre todo, cuando se cree o se piensa que Dios está ausente o que, simple y sencillamente, no hay un marco normativo que encuadre los impulsos de quienes son parte de la sociedad.

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“La Peste” es un reflejo de su contexto. Nace en una familia extremadamente pobre en Argelia, donde crece en condiciones de miseria, donde la ignorancia campea por todas partes. Otro elemento de interpretación tendría que ser las condiciones del país, en las que se vive en ese momento; en contraposición ya con una vida medianamente resuelta por su posición de intelectual de la que ya goza. Independientemente del tenor de lo que usted de bote pronto pueda entender por el concepto “peste”, contrario a lo que propone la novela, Camus disfruta la vida, disfruta de lo que le rodea, de la cultura, de los amigos, de los cercanos.

La novela cuestiona a los seres humanos en situaciones complicadas, pues el nombre de por sí ya revela lo que los contenidos nos ofrecen. Sin embargo, en un tiempo donde se ha puesto en la mesa de la reflexión, habiendo la sociedad universal vivido la guerra y todo lo que ella implica, ¿tendrá sentido vivir? Los personajes que son parte del entramado viven al límite y lo que se cuestiona, otra vez, es el sentido de la existencia y lo compara con un absurdo. Le llama “el absurdo de la existencia” y aparece la pregunta: ¿Realmente “la existencia es un absurdo frente a la inevitable presencia de la muerte que trae consigo la peste?

Todos, nadie queda fuera, directa o indirectamente se ven cuestionados y confrontados por la peste, por tanto, todos viven el absurdo que esta pandemia trae consigo y donde salen a la luz los sentimientos más profundos que guarda el ser humano: la incertidumbre, el miedo, los grandes temores, el sufrimiento y el egoísmo de donde brota el individualismo donde cada individuo sólo piensa en sí mismo. La peste marca el inicio de esta reflexión donde hemos llegado –nos salimos de ese momento de la historia y nos acomodamos en el actual– al desinterés entre los que formamos la sociedad.

El individualismo es una peste de mayúsculas proporciones, ¿no lo cree así? En el caso de Camus, una sociedad complicada por una pandemia que trae grandes desgracias en las que brilla por su ausencia la falta de solidaridad, de unidad, de sinergia. ¿Se antojaba lo contrario? Esperanza, amor, alegría y sentido de aceptación y apoyo ante el sufrimiento colectivo. ¿De qué va la vida humana? Y en una situación donde todo se pone a prueba ante la muerte que acecha por todas partes aparece la pregunta es: ¿tendrá sentido la vida humana?

Ante una situación –en la Peste– donde todo se encuentra fuera de control y el ser humano nada puede hacer debido a la irracionalidad y el aislamiento, la peste representa el absurdo. Se da una vuelta al origen en el que surge el pensamiento humano donde las preguntas iniciales son: ¿Qué es la vida? ¿Qué sentido tiene? ¿Para qué estamos aquí? ¿De qué sirven los esfuerzos que hemos realizado? ¿Tendrá sentido lo que hacemos? ¿Por qué la fragilidad de la vida humana y de ahí por qué lo fugaz de la misma?

Ante el absurdo de las guerras, de las grandes desigualdades, de las confrontaciones sistemáticas por temas de poder, de grupos sociales, partidos políticos y organizaciones económicas que siguen fragmentando, dividiendo y preconizando los intereses personales y de grupo por encima de lo colectivo, sin duda vivimos en el espacio del absurdo. La parte final de la novela es ilustrativa. Camus nos pone ante la disyuntiva de ¿o nos dejamos abatir o continuamos hacia adelante? Ahí nos encontramos en este momento en el mundo y ahí nos encontramos en este momento en nuestro país. Donde lo absurdo campea.

La novela la leí por 1983, siendo aún joven, y el recuerdo me lo trajo la discusión en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), donde el uso del calificativo “absurdo” salió a colación generando una acalorada discusión entre miembros de la Corte.

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Me pareció pertinente hacer una aproximación al concepto y ligarlo a la lectura de Camus en una de sus obras maestras para ver y reflexionar en lo absurdo de su diatriba. Definitivamente la discusión representa lo absurdo –lo ilógico, lo disparatado, lo incoherente, lo inconcebible–, pero en la prospectiva se ve el enorme riesgo que hoy tenemos como sociedad si no nos ponemos de acuerdo en todas las dimensiones de la vida humana, principalmente en la dimensión política.

Y aunque el título de Camus, “La Peste”, representa una metáfora, el absurdo ahí está, todo el tiempo presente. Cuando no hay salida, cuando el pensamiento no da para más y cuando en la realidad todo parece un sin sentido. La novela es un llamado a la conciencia colectiva y a la solidaridad, a pensar que el objeto formal de nuestra existencia no es sino la sinergia y el entender que juntos, en cualquier circunstancia, nos jugamos ante una peste colectiva, un destino colectivo. En esas andamos. Así las cosas.

fjesusb@tec.mx

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