La mañanera, ese ‘centro de adiestramiento’

Opinión
/ 25 marzo 2025

Los medios de comunicación han entrado al rescate de la presidenta Sheinbaum. Desdibujado el papel de vigilantes del poder, la mayoría de los medios de comunicación del país -incluyendo una nutrida camada de “nuevos medios” creados al vapor del financiamiento gubernamental- se han plegado a la narrativa de la 4T. Desde hace unos días, han ido más lejos que nunca. La presidenta Sheinbaum está en su peor crisis interna desde que asumió el poder hace medio año. Con todo y su tan presumido 80% de aprobación, no ha podido sacudirse la tragedia de Teuchitlán.

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En medio de la crisis generada por Teuchitlán, la presidenta lo ha intentado todo: filtrar que no era un rancho de exterminio sino de adiestramiento, abrir el rancho a una visita de medios de comunicación que resultó un boomerang, empujar al fiscal Gertz a que descafeinara la gravedad del hallazgo, hacer que el funcionario con más aceptación de su gabinete -el secretario Omar García Harfuch- dijera con todas sus letras que no era un campo de exterminio sino de adiestramiento y hasta poner a medios de comunicación a avalar públicamente su versión en la conferencia mañanera. Sí. Inédito.

Como parte de su control de daños, en la conferencia mañanera del viernes, dos reporteros de medios alineados con el régimen dieron su testimonio -a petición de la presidenta- para avalar que, tras haber visitado Teuchitlán, ahí no pudo existir un campo de exterminio sino en todo caso, uno de entrenamiento.

No fue suficiente: el fin de semana el New York Times -que unos días antes la había elogiado como la estadista capaz de domar a Trump- reportó en su portada el descubrimiento de “hornos crematorios en un rancho en un pueblo mexicano”.

Entones ayer lunes la presidenta repitió la dosis en la mañanera: ya no fueron dos, sino ¡cinco reporteros! que salieron al rescate de la doctora Sheinbaum dando testimonio de que Teuchitlán no era un campo de exterminio, sino un campo de adiestramiento.

No fue casual. La reportera de Proceso, Dalila Escobar, exhibió el montaje. Puso en X: “Hoy en la conferencia no hubo sorteo p/preguntas. En 1ª fila sentaron a medios públicos y personas q se han dicho afines al gobierno”. Y criticó que la presidenta hubiera simulado a la hora de dar la palabra y decir “¿por dónde empezamos?”, como si no conociera la dinámica. “Me parece brutal”, remató.

Como parte de su control de daños, la presidenta ya anunció una embestida contra medios de comunicación. En esta idea de que todos son culpables de Teuchitlán excepto AMLO y ella, amenazó con el ataque a la cobertura. Viene en el manual obradorista de manejo de crisis. López Obrador, que logró dividir a todo el país, dejó como herencia macabra una división en el gremio periodístico, que gozaba de una insólita y feliz atmósfera de compañerismo tras la apertura democrática que significó la llegada de Vicente Fox al poder. Punto climático de esa unidad gremial fue ver a don Julio Scherer hacer un programa en Televisa. AMLO trabajó duro para romper esa unidad y beneficiarse del pleito de los medios contra los medios. Usar a unos para atacar a los otros. La presidenta sólo sigue las enseñanzas. Queda claro que donde sí hay un centro de adiestramiento es en la mañanera.

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