La pandemia aún nos plantea retos que debemos asumir

Opinión
/ 28 diciembre 2021

El hecho de que el riesgo de desarrollar síntomas graves y morir por COVID-19 sea más bajo no puede ser pretexto para que relajemos las medidas de prevención

De acuerdo con las autoridades sanitarias de Coahuila, durante la segunda semana de enero próximo se espera un repunte en el número de contagios por el coronavirus SARS-CoV-2 debido al efecto de las fiestas de fin de año, en las que la movilidad y el contacto entre las personas se incrementa.

Se trata, como ha ocurrido a lo largo de toda la pandemia, de un efecto “normal” luego de la celebración de alguna fecha importante de nuestro calendario: el puente de Semana Santa, el Día de las Madres, el Buen Fin...

Sin embargo, no por ser un fenómeno que hemos observado de forma regular a lo largo de los últimos dos años debemos minimizarlo. Se trata de una luz de alerta que debe llamarnos a la reflexión respecto de lo que cada uno de nosotros debemos hacer para contribuir a la contención del virus.

Es cierto que las cifras con las cuales cerramos el 2021 −en términos de contagios y personas fallecidas− son muy distintas a las que reportamos en diciembre de 2020, pero el problema sigue siendo que, como se ha dicho en repetidas ocasiones, la incidencia en estas variables no es cero.

Con los datos al día de ayer, en Coahuila han fallecido durante el mes de diciembre 194 personas, es decir, poco más de siete seres humanos cada 24 horas. Y para las familias que sufren la ausencia de seres queridos, jamás será un consuelo que esa cifra se parezca poco a los más de 29 fallecimientos diarios registrados en diciembre de 2020.

En otras palabras, la estadística sirve en la medida en la cual nos indica −a quienes aún estamos aquí− una cierta tendencia que apunta hacia el mejoramiento general de la situación, pero que no puede traducirse en insensibilidad hacia quienes están viviendo la peor parte de la pandemia.

Por ello, resulta indispensable que, a nivel individual, cobremos conciencia de que nuestras acciones personales inciden en el comportamiento del fenómeno y
que, más allá de nuestra suerte personal, lo que hagamos puede influir en la suerte que corran terceras personas.

Se ha dicho hasta la saciedad, pero es indispensable repetirlo también de forma incesante: la pandemia no se ha terminado
y las nuevas variantes del virus suponen nuevos retos que todos debemos asumir. En particular, la variante Ómicron representa un desafío que ha sido advertido ya a nivel internacional y que no puede ser trivializado.

Porque el hecho de que el riesgo de desarrollar síntomas graves y morir por COVID-19 sea más bajo no puede ser pretexto para que relajemos las medidas de prevención que, de acuerdo con las autoridades sanitarias, es necesario mantener para evitar consecuencias mayores.

Ya han muerto suficientes personas a causa de la pandemia. Prácticamente todos tenemos un familiar o un amigo que ha fallecido a causa del coronavirus y
esa pérdida constituye una afectación puntual a nuestra propia
existencia.

Cerremos el año manteniendo el distanciamiento social y siendo rigurosos en las medidas de higiene. Todos festejaremos después el haber sido rigurosos en estos aspectos.

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