La rebelión de Román Cepeda y el grupo Torreón vs. el Gobierno de Coahuila
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Disfrazado de una supuesta defensa de la autonomía municipal en materia de seguridad, el alcalde de Torreón, Roman Alberto Cepeda, rompió relaciones políticas con el gobierno de Manolo Jiménez, en un incidente que ha tratado de ser minimizado, pero que entraña un sólo propósito, un sólo objetivo: La toma del poder estatal en las elecciones del año 2029, con alguien que se siente destinado a gobernarnos y cuyo ego supera cualquier posibilidad de que ese conflicto vaya a desescalar. Le repito, no estamos ante una disputa por el modelo de seguridad, sino ante uno de carácter político.
Júnior de la política estatal, Román se opuso a la candidatura de Manolo Jiménez al Gobierno de Coahuila, como antes ya lo había hecho a la de Riquelme. Equivocadamente, este último creyó que podría manejar el problema, con su conocido estilo de “dejar hacer, dejar pasar”, y le permitió pataleos y desaires. Tuvo la oportunidad de retirarlo para siempre de la vida pública, pero extraños acuerdos le dieron a Román un cargo en el gobierno riquelmista, por eso hay quien cree que sus desacuerdos son y fueron más falsos que las peleas de boxeo de Jorge Kahwagi. Sólo así se puede concebir que Román lograra hacerse con la candidatura a la alcaldía de Torreón en 2021.
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Luego llegaron los tiempos de la sucesión estatal en Coahuila y, con un Manolo Jiménez muy adelantado, Román, sintiéndose despojado de una candidatura que jamás tuvo oportunidad de alcanzar y de su derecho dinástico a gobernarnos, se dedicó a conspirar en público y privado, a patear la mesa por debajo y a financiar opositores. A pesar de ello, Manolo Jiménez alcanzó una votación histórica incluso en Torreón, que calmó, sólo por un tiempo, sus desencuentros.
Pronto llegaron los tiempos ahora de la reelección municipal y, extrañamente y a diferencia de Saltillo, Román aún y a pesar de las innumerables irregularidades en las cuentas públicas, acusaciones de corrupción, empresas fantasma, traiciones y desaires, volvió a competir por la alcaldía con un triunfo apretado en medio de controversias, utilización de las fuerzas policiacas municipales para amedrentar opositores y denuncias de coacción y compra de votos. Ganó a la mala y aquí dijimos que Manolo lamentaría la reelección de Román Cepeda.
Y la especie se comprobó, pues más pronto de lo esperado ocurrió lo que se tenía previsto: atrincherado en Torreón, Román ha lanzado una abierta rebelión al gobierno de Manolo. Estamos ante un suceso de importancia histórica, pues por primera vez el alcalde de un partido afín al gobernador estatal atenta en contra del orden social y político que aún se conserva en Coahuila, último bastión no sólo del priismo, sino donde sigue conteniéndose las embestidas del crimen organizado. Sinaloa está al acecho, apenas cruzando el lecho seco del Nazas y listo para aprovechar este diferendo político: el portón ha sido abierto, pues las deudas de campaña tienen que pagarse.
Imposible pensar que el desafío de Román haya sido sin el respaldo de buena parte del grupo Torreón, léase Verónica Martínez, Mario Cepeda, Lauro Villarreal y demás fauna nociva que han devorado por décadas buena parte de los recursos públicos de esa ciudad.
Otros también, parte del grupo Torreón, con su omisión y su silencio, alientan y toman partido de forma encubierta a favor de Román, léase Riquelme y nomenklatura que, por 30 años, ha controlado cargos públicos y partidistas en esa región del estado.
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De forma extraña, ningún legislador de PRI, PAN o funcionario público estatal de aquella región ha salido en apoyo al gobernador de Coahuila en este conflicto, confirmando el dicho ese de que, en ocasiones, el silencio es más poderoso.
El desafío es público, estamos ante una disputa abierta por el poder político, una rebelión directa al gobernador Manolo Jiménez. Si no hay respuesta, muy pronto otros podrían tomar la misma ruta al ver que no hay consecuencias políticas. Subestimar, minimizar, intentar ocultar o hacer ver que no está ocurriendo nada con la amenaza de Román Cepeda, sería un error político muy grave. Así que no le extrañe verlo muy pronto cambiando de partido para convertirse en opositor al Gobierno estatal de cara al 2029. El pragmatismo de la 4T es inagotable. Al tiempo.