Las señales confusas del Banxico en política monetaria

Opinión
/ 25 marzo 2024

No fue una decisión por unanimidad. Cuatro votos contra uno fue el peso de la balanza que definió la decisión de política monetaria del pasado jueves en la que se resolvió reducir en un cuarto de punto porcentual la tasa de interés de referencia, para llevarla a un nivel de 11 por ciento. El voto en contra fue del único miembro de la Junta de Gobierno que no fue propuesta del actual gobierno.

Pareciera que hay razones sólidas, tanto para justificar la reducción en la tasa de interés como también para argumentar que no era el momento para este movimiento. En este sentido, la crítica hacia el instituto central tiene que ver con las inconsistencias entre el mensaje del comunicado y la decisión tomada.

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Analizando la coyuntura de la economía mexicana, una razón que seguramente pesó mucho −aunque el comunicado no lo expresa−, tiene que ver con la fortaleza del peso registrada en las últimas semanas, la cual seguramente ha otorgado varios grados de libertad al banco central.

No obstante, cuando el radar monetario lo enfocamos hacia el tema de la inflación, el panorama se empieza a volver un tanto nebuloso en la medida en la que no distingamos con precisión los horizontes de corto y mediano plazo. Es justamente desde esta perspectiva, en que los mensajes confusos de Banco de México pueden convertirse en un potencial problema de comunicación con el mercado.

Llama la atención cómo las proyecciones de inflación que se presentan en el anuncio de política monetaria dan cuenta de un incremento marginal −pero incremento al fin− en la trayectoria tanto de la inflación general como de la subyacente para este año, respecto de las últimas estimaciones.

Aun cuando la variación al alza es de apenas de 0.1 puntos porcentuales para ambas mediciones, se sabe que el componente más importante que tendría que pesar en las decisiones monetarias es el de la inflación subyacente, cosa que al parecer no fue así. Incluso el mismo comunicado celebra la disminución experimentada en la parte no subyacente. Resulta inverosímil que haya pesado más en la decisión de la Junta de Gobierno el comportamiento del componente más volátil (no subyacente), que aquel que refleja de forma más consistente la trayectoria de mediano plazo de los precios (subyacente).

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Quizá algunos puedan argumentar que el Banco de México se encuentra preparando el terreno para disponer de mayor espacio monetario, a fin de subir las tasas de interés si la elección presidencial en México llegara a inyectar nerviosismo a los mercados financieros, o bien, si se confirmara un despegue en las preferencias electorales hacia Donald Trump y con ello su discurso proteccionista.

El problema es que, si ello llegara a materializarse, el traspaso del tipo de cambio a los precios sería inevitable, obligando al Banxico a volver a apretar las condiciones monetarias, mandando así señales confusas al mercado y poniendo en entredicho la credibilidad del banco central mexicano.

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