‘Me niego a ser un cuerpo dócil’: Cuerpos que hacen arte
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A manera de chiste he escuchado por parte de artistas de diversas disciplinas que el performance es como el raro de la familia de las artes visuales. Aunque mi entendimiento hacia el performance no es tan amplio, me parece que no es que sea el raro, sino que es una manifestación poco entendida de manera general. Pero ¿acaso no todos/todes/todas las artistas nos hemos sentido así en algún momento de nuestra vida profesional, o incluso dentro de nuestra familia o círculos sociales? ¿Por qué tenemos el afán de querer entender todo para que nos guste?
Vayamos por partes: El performance es una acción realizada por una persona en un tiempo-espacio determinado; en esta acción, el cuerpo es el medio principal para comunicar. Y regularmente, se realiza con espectadores, específicos o circunstanciales, dependiendo de donde se lleve a cabo la acción.
Es una manifestación artística que está siempre en el borde, entre lo visual y lo escénico, que a través de lo efímero del lenguaje quiere comunicar de manera efectiva, eficaz y contundente. A través de la acción se genera una tensión entre los/las/les espectadores y esa tensión nos hace conectarnos con experiencias, memorias, intereses, sentipensares, etc. Lo importante es estar presentes, permitirse ver, sentir, estar.
En el Performance, el cuerpo es político, el cuerpo es poético.
Pancho López, artista e investigador de dicha disciplina en México, apunta que hay cuatro tipos de performances: aquellos que están hechos para entretener, los artísticos (con una finalidad comunitaria, estética, conceptual), los rituales y los performances tecnológicos (que utiliza algún tipo de artefacto).
Tomando esto en cuenta, les comparto apuntes sobre 3 mujeres que, con su obra performática, han traspasado fronteras y han generado espacios de reflexión y acción:
A pesar de que los inicios en el arte de Ana Aristimuño (Uy, 1969) fueron pictóricos, se adentró en el performance porque la pintura ya no le era suficiente para lo que necesitaba comunicar. Su obra es política y, al mismo tiempo poética, afectiva, cotidiana. En su pieza Artista a domicilio busca crear por y para espectadores en su espacio íntimo y familiar. Por el contrario, Intercambio de problemas es una pieza realizada en diversos espacios abiertos en donde la acción es participativa.
Para Aristimuño el arte siempre es político y poner el cuerpo en un lugar es para afrontar, conceptualizar, proponer y cuestionar. Anteriormente, su trabajo fue más reconocido en otros países que en Uruguay; sin embargo, ahora empieza a tener más apertura y hay mucha gente haciendo y viendo performance. Los jóvenes interesados buscan archivos para poder conocer lo que se hacía y al no tenerlos, Ana, a manera de tradición oral, comparte lo que se realizó en otros años. La artista también coordina y acciona junto con muchos otrxs artistas en las Noches de Performance de Pensión Cultural Milán.
Desde otra latitud no tan lejana, Sofía Torres Kosiba (Arg. 1974), artista transdisciplinar y especialista en Estudios de Performance, quien, desde la escultura blanda, el dibujo, el canto y el performance (por mencionar algunos) crea espacios y momentos oníricos, sin prejuicio alguno y con la libertad plena del lenguaje.
Su investigación de arte-antropología se dirige hacia el cuerpo, lo doméstico y el erotismo. En sus instalaciones y performances la voz potencializa la acción y no deja distraer a los espectadores de la tensión -con un poco de humor- que genera, ya que, para ella, el canto gestiona las emociones. Al mismo tiempo, nos comparte que la incomodidad es un estado constante que le posibilita la construcción-deconstrucción en el constante obrar.
Por último, Mercedes Aquí (1970) nacida también en Argentina pero nacionalizada mexicana, realiza una investigación-creación sobre de la patafísica y el kintsugi. Para poner en contexto, la patafísica es una ciencia que se dedica al estudio de soluciones imaginarias y leyes que regulan las excepciones, y el Kintsugi es una técnica japonesa para reparar lo roto con oro. A partir de ahí, Mercedes desarrolla acciones de caminar, recolectar, limpiar, pintar, acomodar y accionar con el cuerpo en un tiempo-espacio específico.
Si bien el videoperformance la ha llevado a participar en muchos festivales alrededor del mundo, verla en vivo es vibrante. En la pieza Simulacro y cambio, presentada el 8M 2020 durante la marcha, sube a una de las esculturas más representativas de nuestra ciudad y a manera de manifestación “graffitea” con aire a presión la pieza. Al bajar repartió entre las presentes stickers con dibujos de penes dorados haciendo una invitación a desarmar el mandato de la masculinidad.
Además de dirigir la acción colaborativa 14 en 14 (2020) y ser organizadora del Festival Internacional de Performance en Saltillo (2022), este año participo en el primer Congreso Binacional de las Fronteras Norte-Sur de performance y artes vivas –organizado y gestionado por Celeste Flores, gran referente de la promoción e investigación del Performance en el norte de México, junto con Instituciones y Universidades de diferentes estados– en Tijuana, presentando su pieza patafísica Larga vida a la inmaterialidad y Me niego a ser un cuerpo dócil es el título de una obra de su autoría.