México se ha convertido en un país donde los anuncios valen más que la realidad. Inaugurar proyectos sin que éstos funcionen se ha convertido en una práctica tan normal en la economía nacional que hasta chistes se han generado al respecto. Se inauguró una refinería, la de “Dos Bocas”, que hasta el momento no refina, en realidad no hace nada porque sigue sin estar terminada, pero se inauguró. El aeropuerto internacional Felipe Ángeles sigue sin “despegar”, pues recibe grandes cantidades de dinero por parte del gobierno federal, se anunció como la alternativa al NAIM (Nuevo Aeropuerto Internacional de México), y sólo quedó en eso, una posibilidad que sigue sin ser viable porque no hay conectividad entre aerolíneas, ni siquiera hay transporte público hacia él, y el que hay es muy caro, más caro que el propio vuelo.
Si contamos las veces que AHMSA (Altos Hornos de México Sociedad Anónima) ha sido mencionada como que ya tiene inversionistas que la rescatarán, podríamos contar al menos tres veces, y la realidad es que hasta hoy no ha pasado nada y difícilmente algo pasará con la empresa. Cada día sus activos valen menos y en consecuencia son menos atractivos para cualquier inversionista. Ese mismo ímpetu por anunciar cosas sin que sean ya una realidad ha llegado a un terreno más peligroso para la economía: la inversión extranjera derivada del nearshoring. La Secretaría de Economía de nuestro país anunció la semana pasada un monto de 106 mil 418 millones de dólares del 1 de enero al 30 de noviembre de este mismo año en empresas y proyectos asociados al nearshoring. Esta es una cantidad récord de dinero que ha venido promediando menos de 35 mil millones de dólares en los últimos 5 años. Sin embargo, la cantidad es “anunciada” de proyectos potenciales, mas no reales.
Esto significa que ahora la Secretaría mencionada, ya no cuenta lo ejecutado como se venía haciendo con anterioridad, sino que ahora se cuenta lo que dicen las empresas que harán, aunque hasta el momento no lo hayan hecho. Si a los datos nos remitimos, en el mismo periodo, la agencia calificadora Deloitte, a través de su monitor de inversiones, dice que se han ejercido 30 mil millones de dólares de proyectos relacionados al nearshoring. A ciencia cierta, no se sabe exactamente qué significa esa relación ni tampoco sabemos si esas inversiones se realizarían con o sin las condiciones económicas mundiales actuales. Desde aquí comienza el nuevo problema de la “economía del anuncio” originada en este gobierno. Esta economía no es otra cosa que decir lo que podría pasar, a partir de las intenciones de ciertos agentes económicos protagonistas de la agenda nacional.
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Los anuncios económicos son formas de propaganda en época electoral que sirven al gobierno en turno para promocionar resultados que se pueden dar, pero que no se han llevado a cabo. Las cifras entre instituciones especializadas sobre la contabilidad de la inversión extranjera no concuerdan con este anuncio. Lo que es peor es que medios de comunicación nacionales e internacionales están cuestionando la capacidad del gobierno federal para manipular la percepción sobre la economía, sobre todo porque si esa cifra se materializara, ya estaría ocasionando cambios importantes en la economía. Para empezar, el consumo agregado estaría aumentando de manera significativa, pues el empleo hubiera aumentado cuando menos a un 4 por ciento más lo que habrían incrementado los salarios y el consumo, situación que hasta el momento no ha ocurrido. Si algo se encuentra rezagado en la economía nacional son los sueldos. Cabe mencionar que la captación fiscal también sería mayor a la actual y no hay reportes de un incremento más allá de lo planeado desde principios de año.
Se entiende que en un proceso electoral se pueda dar información parcial, pero no basar la comunicación a partir de anuncios de supuestos y posibilidades que tienen alta probabilidad de no llevarse a cabo. Se presta a justificaciones muy simples si no se llega a metas más altas, como “fue culpa de ellos, no cumplieron su promesa”, “las empresas no llegaron porque querían beneficios fiscales” y todo un sinfín de argumentos para decir que no se cumplió la meta, pero por culpa de otros, eso sí, ya después de las elecciones.
2024 será un año donde la “economía de los anuncios” prevalecerá para poder persuadir a los electores de que las cosas van muy bien, más bien de lo que ya están (para bien o para mal). Serán más que mentiras, verdades a medias que aprovecharán los procesos de comunicación con fines políticos, más que económicos. Los datos de la economía serán presentados como si ya fueran un hecho aunque no haya pasado nada. Esto será un gran problema para la planeación de las empresas y de algunos de los agentes económicos que no analicen correctamente la información porque podrán hacer proyecciones a partir de datos incorrectos. Habrá que estar atentos para no caer en malas interpretaciones económicas. La preocupación es qué podrá pasar bajo este nuevo esquema de manejo de información, si las y los especialistas no se manejan imparcialmente. Lo más seguro es que habrá empresas pequeñas que no puedan sortear la desinformación y cometan errores que les cuesten dinero, endeudarse más o perder mercado. Las grandes empresas no tendrán problema porque pueden pagar asesorías y analistas capaces de investigar y descifrar los verdaderos datos.
México ha cambiado a un nuevo modelo menos económico y más de comunicación por parte del gobierno federal. Se habla mucho, se hace algo que no se puede decir que es poco, pero es claro que podría hacerse más. México tendrá que aprovechar las oportunidades del nearshoring para crear más empleos, mejorar el promedio salarial y ojalá se pudiera, llevar empleos a estados del país menos afortunados que están batallando con la pobreza y la migración como Zacatecas y Durango, que siguen estando cerca de la zona fronteriza, pero a donde no fluye ni inversión nacional ni extranjera. Los anuncios gubernamentales de los millones que “están por llegar” pero que no han llegado dicen que Coahuila y Nuevo León son los más beneficiados por el nearshoring, Zacatecas y Durango están en cero prácticamente.
La “economía de los anuncios” ha llegado para quedarse en el 2024 y crear un ambiente de falta de certidumbre, pero siendo sinceros, nada que un buen análisis no pueda dejar en claro. Al menos eso dicen los otros datos.