Muchos datos, menor oportunidad económica
Estamos prácticamente a tres semanas de que termine el año y, como es tradicional, los datos sobre expectativas económicas empiezan a aparecer en grandes cantidades, y desde luego, en diferentes intensidades. El punto de partida es que el propio gobierno federal, a través del subsecretario de Hacienda y Crédito Público, ha dicho que creceremos a una tasa de 3.5%. Para algunos, como yo, esta tasa es sumamente elevada por una serie de condiciones que de eso quisiera hablar, ya que hay una fiebre del “optimismo” derivada del crecimiento que estamos teniendo este año y que el siguiente año es seguro que no vamos a tener.
Para empezar, este 2023 fue, políticamente hablando, un año de poca actividad política donde hubo solo un puñado de elecciones estatales en estados pequeños. Esto dio al sistema económico mucha tranquilidad y capacidad de planeación, lo que ayudó a incrementar las inversiones, ya que no había necesidad de esperar resultados de eventos políticos para tomar decisiones.
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Este 2024 será mucho más complicado en este sentido, pues habrá 8 elecciones estatales, la renovación de la Cámara de diputados, la de Senadores y la elección presidencial. Habrá más preocupación por lo político que por lo económico por parte de las autoridades en donde se juegue algo importante. No olvidar que también el 5 de noviembre de 2024 habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos, que bajo una óptica geopolítica, pondrá mucha presión económica y política a todo el mundo.
Tomando en cuenta los enfrentamientos entre Rusia y Ucrania e Israel y Hamas, donde los norteamericanos juegan un rol preponderante, las elecciones en ese país serán un mecanismo de dispersión de problemas para México que volverá a ser un foco de ataque de un Donald Trump que ya es casi seguro, será nuevamente contendiente presidencial y ya sabemos que tiene capacidad para depreciar al peso mexicano. Este evento será el primer reto para el nuevo presidente o presidenta del país a partir del 1 de octubre de 2024 que tome posesión.
Tampoco abona mucho a la posibilidad de un crecimiento alto la gran deuda contraída, 1.9 billones de pesos. Será un gran lastre porque se tendrán que pagar intereses, que a ver de dónde salen (es claro que de los impuestos que todos pagamos), pero el presupuesto nuevamente tendrá sacrificios importantes para los estados porque gran parte de ese dinero irá a la terminación de las megaobras del sexenio. Y es aquí donde viene lo peor: ¿qué pasará en las economías de los estados cuando se terminen estos proyectos? Todo parece indicar que volverán en el mejor de los casos a un crecimiento mínimo, si no es que nulo o a uno negativo como en el caso de Campeche. Yucatán y Quintana Roo no tienen problemas porque tienen una base económica sólida dependiendo del turismo, el comercio y hasta de la producción en este momento. Tabasco seguirá teniendo petróleo, pero no por mucho tiempo; de Chiapas, mejor no decir nada, porque no tengo siquiera algo positivo que decir, desde la perspectiva económica claro está.
El proyecto del Istmo no ha avanzado mucho de acuerdo con lo reportado en las noticias, ya que tampoco hay fotos del tren que lo cruzaría, así que Oaxaca en el corto plazo no tendrá mucho que presumir. Eso sí, estos últimos dos estados generarán la mayor tasa neta migratoria del país, algo que ya vemos en nuestro estado.
Otro aspecto importante que será un reductor del crecimiento será la nueva carga que tendrán los empresarios con mayores contribuciones en términos de los recursos humanos que tengan. No sólo aumentará el salario mínimo a 248.93 pesos al día, sino también aumenta la contribución a las afores de parte de los patrones, al pasar de un 3.15% a un 5.33%. Irá subiendo esta contribución año con año hasta llegar a un 11.87% en el 2030.
Esto va a disminuir de manera marginal la posibilidad de generar pequeñas inversiones que representan más del 80% del empleo en México. Por un lado, es una muy buena noticia para los trabajadores que conforme pase el tiempo, tendrán una mejor pensión, pero en términos de la inversión para los trabajadores de las nuevas generaciones, podemos esperar una reducción del margen de crecimiento económico de la nación.
Hay preocupación en la parte fiscal y social porque el Presidente propuso para el 2024 un régimen de pensiones universales que se presupuestó en 26 mil 400 millones de dólares o casi el 1.3% del Producto Interno Bruto (PIB), lo que pone mucha presión a las finanzas gubernamentales. El señalado aumento del gasto social y mantenido desafío fiscal de Pemex que consume recursos federales y genera muy poco o nada, tienen como consecuencia una presión incremental en la deuda pública que llegará a 49% como porcentaje del PIB en 2024.
Este asunto tendrá consecuencias fiscales para 2025 también, porque conforme pase el tiempo, menos recursos se tendrán disponibles y habrá que hacer una reforma fiscal de gran envergadura que tendrá un impacto importante en el ingreso de las personas (disminuyendo el consumo) y en las empresas (disminuyendo la inversión).
Se espera que Estados Unidos siga creciendo y que pudiera alcanzar hasta un 6%, pero en el caso de China, no hay buenos augurios. Se espera que el gigante asiático alcance “apenas” un 4%, lo que haría que las exportaciones nacionales pudieran perder algo de su dinámica actual (crecen casi al 3.5% en promedio anual). Sin embargo, pudieran ser compensadas por las mercancías que se manden al vecino del norte, aunque no deja de preocupar porque fuera de los estados fronterizos, las exportaciones tienen como rumbo Asia en general y China en lo particular.
Para concluir, mencionar que la deuda pública de los estados y municipios será un tema que tome inercia a nivel nacional. Coahuila, Veracruz, Chihuahua, México y Nuevo León son los estados más endeudados de todo el país y el 59% de la deuda municipal se concentra en municipios de 5 estados: Jalisco con el 13.6%, Estado de México con el 12.5%, Sonora con el 11.8%, Nuevo León con 10.5% y Baja California con el 10.4%. Tendrán que cuidarse también las finanzas estatales y municipales para evitar catástrofes financieras en puntos localizados del país y el incremento del endeudamiento.
El siguiente año viene con retos importantes que tendrán que estarse analizando constantemente para evitar sorpresas, ya que en eso, la economía nacional se pinta sola.