Mi padrino el cronista Celso; tributo justo a su memoria

Opinión
/ 14 mayo 2023

Cuando conocí al maestro Celso Garza Guajardo yo era muy joven y él estaba en plena madurez. Su historia es muy peculiar. Nacido el 13 de mayo de 1943 en Sabinas, Hidalgo, Nuevo León, siendo parte de una familia numerosa de hermanos, la mayor parte de ellos con formación magisterial en el que el común denominador era el carácter suave y afable. Pero Celso tenía pensamientos innovadores y había nacido con un liderazgo singular.

En 1961, siendo un digno profesor de educación básica, se unió al Partido Comunista, y es que cualquier hombre de su tiempo y de su edad que tuviera conciencia social se vinculaba de manera natural con la corriente política de lo que fue la verdadera izquierda.

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Desde 1983 fue el primer Cronista Municipal de Sabinas, Hidalgo, Nuevo León, y su puerta de legitimidad hacia esta posición honorífica fue la publicación en 1973 de su libro “El Real de Minas de Santiago de las Sabinas”. Tenía una manera especial de escribir, especialmente cuando su rol de cronista se bifurcaba entre los caminos de la poesía y de la filosofía, como una acequia abierta que ofrece sus aguas al sediento. Está presente en libros como el de “Aquellos Años que Soñé”, en los que el maestro Celso ofreció más que crónicas porque su lenguaje era poético y lograba proyectar con mucha frescura las cosas simples y el perfil de los personajes sencillos de las comunidades. Cuando leí “Aquellos Años que Soñé” tuve interés de componerle música a algunos de los textos contenidos en este libro imperdible.

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Sobre Bustamante, decía que era el San Miguel de Allende de Nuevo León. En el Hotel Ancira de este Pueblo Mágico hay una fotografía de Celso junto a don Felipe Hernández, −ya fallecido también−, quien fuera dueño del lugar.

Celso Garza Guajardo fue un hombre que tuvo una gran sensibilidad y amó a su esposa Teresa de Jesús Acuña, a quien llamaba cariñosamente Teresita. Con ella procreó a Celso José y a Alba. También a ellos les llamaba por sus nombres en diminutivo, como una costumbre proveniente de su familia sabinense.

Yo le decía padrino con mucho respeto porque me había apoyado en mi boda en 1986. Pero el apadrinamiento había iniciado años atrás porque nos habíamos conocido desde que encabecé el Programa de Enlace Municipal en la Secretaría de Educación y Cultura entre 1983 y 1985. Era mi padrino mayormente por los consejos que me brindó y hasta me alentó para proseguir con mi interés por el patrimonio cultural regional que había desplegado desde 1983. Por lo mismo, él me llamaba ahijado, lo que me significaba mucho. Hasta me ayudó a elegir un nombre artístico que era una condición para la carrera cinematográfica que estaba por emprender y que afortunadamente detuve.

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En 1984 inició lo que sería uno de sus proyectos cumbre; la restauración de la Exhacienda San Pedro en el municipio de General Zuazua, lo que logró cuando tuvo la responsabilidad de jefe del Departamento de Historia Regional de la UANL, empleando todas sus fortalezas de líder. Este bello e histórico lugar ahora se conoce como “Hacienda San Pedro Celso Garza Guajardo”. En vida, mi padrino Celso logró que este espacio fuera sede de la cultura regional norestense.

El cronista de cronistas murió intempestivamente a los 56 años el 9 de enero del año 2000. A 23 años de su muerte, lo sigo admirando. El sábado 13 de mayo de 2023 cumpliría 80 años, por lo que la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Nuevo León “José P. Saldaña” ayer organizó un coloquio en el que participé. Fue un tributo justo a su memoria. Quedó una conversación pendiente entre él y yo.

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