Mirador 01/05/2024
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Este amigo mío con el que bebo la copa –varias– los martes por la noche, gusta de contradecirme.
Eso no me molesta, pues yo mismo me contradigo a cada paso. Además las contradicciones animan las conversaciones. Nada para estorbar una buena discusión como decir continuamente: “Sí”.
Acostumbro brindar con palabras que alguna vez le oí al Abate Gámez, poeta y recitador, en la cantina del águila viva, llamada así –lo he dicho– porque sobre el espejo de la barra estaba un águila que parecía disecada, hasta que de repente se desperezaba agitando las alas, lo cual ponía terror en algunos parroquianos que pensaban les había llegado ya el delirium tremens.
Brindo, pues, con mi amigo como lo hacía el Abate:
-Vamos a decir salud, antes de que nos dé sueño.
Él me corrige:
-Vamos a decir salud, antes de que nos llegue el sueño donde ya no hay sueños.
Yo brindo igual. Y con más ganas.
¡Hasta mañana!...