Mirador 08/08/2024
Las sobremesas en la cocina campirana de Ábrego son tan sabrosas como las viandas que en ella se disfrutan. Ayer, tras dar muy buena cuenta de un asado de bodas –así se llama por acá el de puerco– y un rico postre de requesón con miel oscura de maguey, escuchamos la narración de uno más de los hechos de don Abundio. Lo relató doña Rosa, su mujer:
-Un coyote andaba merodeando cerca del rancho, y Abundio salió a cazarlo con su rifle Mendoza, una carabina vieja de calibre 22. Le tiró un balazo y no le acertó. El coyote corrió un poco y luego se detuvo, como retándolo. Le disparó otra vez Abundio, y tampoco le atinó. De nuevo corrió el coyote, y nuevamente el cazador volvió a fallar el tiro. Eso se repitió varias veces. Comentó el compadre Juan:
-No lo va a cazar, pero de seguro lo va a sacar del Estado.
Todos reímos, menos don Abundio. Dice por lo bajo:
-Vieja habladora.
Doña Rosa forma con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...