¡Martes Negro! Gana AMLO, pierde Claudia
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El martes 5 de noviembre de 2024 será registrado por la historia de México como el día en el cual los morenistas enterraron un macuahuitl −cuchillo azteca de obsidiana tallado a mano con serpientes como mango− en el corazón de una democracia incipiente y, por tanto, imperfecta. La cual, en un giro irónico, les permitió a esos morenistas arribar al poder para asesinarla en el tzompantli −altar de sacrificios azteca rodeado por muros que sostienen los cráneos de las personas sacrificadas y por sacrificar− e instalar un régimen populista autoritario en el país.
¿Qué ocurrió ayer martes? La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) deliberaría a partir de las 9:30 de la mañana sobre la improcedencia o invalidez legal de la reforma judicial. En ese momento, el escenario anticipaba una crisis constitucional a partir del apoyo de ocho magistrados a la ponencia del magistrado Juan Luis González Alcántara que ratificaba la inconstitucionalidad de dicha reforma. Sin embargo, esta empezó a desmoronarse antes de esa hora.
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Rumores apuntaban a que el magistrado Alberto Pérez Dayán cambiaría su voto y su opinión a favor de la procedencia de la reforma judicial debido a que la Fiscalía de la CDMX y la Cámara de Diputados lo amenazaron de acusarlo por dos supuestos casos de abuso sexual contra una trabajadora y una magistrada federal.
Llegado el momento de sufragar la ponencia de González Alcántara, la votación fue siete votos a favor y cuatro en contra. Pérez Dayán, con elegancia supina, se pronunció en contra de que la Corte −sin mayoría de ocho− calificara la procedencia de inconstitucionalidad de la reforma. Ipso facto, su retrato llegó a la galería de traidores a la patria para situarse al lado de Miguel Ángel Yunes (PAN), Daniel Barreda (MC), José Sabino (PRD) y Araceli Saucedo (PRD). Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, felicitó, como lo hizo con los otros traidores, la valentía de Pérez Dayán.
Inmediatamente después, hubo una deliberación sobre la interpretación del artículo 105 de la Constitución para precisar si eran requeridos seis u ocho votos para invalidar la reforma judicial y el Pleno confirmó su votación previa: ocho eran los votos necesarios.
Mientras esta discusión ocurría, el senador morenista Óscar Cantón Zetina amenazó a los ministros con juicio político si invalidaban la reforma judicial con seis votos.
De esta manera, la reforma judicial de la 4T permanece como vigente porque el pleno de la Suprema Corte no alcanzó los ocho votos necesarios para determinar su inconstitucionalidad.
A partir de hoy, el Poder Legislativo definirá su presente y futuro, apreciado lector, y el mío, sin revisión judicial alguna, es decir, sin la posibilidad de interponer los recursos de amparo, acción de inconstitucionalidad o controversia constitucional encarnados en la Constitución anterior. Privará, entonces, la supremacía legislativa sobre el Poder Judicial a partir de nuestro desamparo como ciudadanos.
¿Quién gana con esta decisión? Gana Andrés Manuel López Obrador, el gran titiritero detrás de Claudia Sheinbaum. Pues de esta manera, consuma su venganza, largamente acariciada, contra el Poder Judicial y deja los costos políticos a su sucesora, Claudia. Triunfa un Poder Legislativo, rabioso y enfurecido, que utilizó el manual del gánster de la 4T para amenazar, chantajear y sacrificar a todos aquellos que se interpusieron en su camino. Morena se fortalece por la Ley Secundaria incluida en la reforma que le permitió obtener el control del INE.
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Pierde Sheinbaum que, en su dogmatismo no superado de activista de CU y su obediencia fanatizada por AMLO, terminó debilitada ante los líderes del Poder Legislativo, Fernández Noroña y Ricardo Monreal, y de los dirigentes de Morena, Luisa María Alcalde y Andrés López Beltrán. ¿Qué necesidad tienen ellos de la interlocución con Claudia después del poder obtenido en este proceso con la bendición de AMLO?
Pierde Claudia ante la percepción global mediática y de la comunidad financiera internacional que limitará la inversión en México y nutrirá una difícil −y muy condicionada− renegociación del T-MEC con EU y Canadá, que continuará por razones de dependencia comercial y seguridad nacional.
Como país, morenistas y no morenistas, en este martes negro que nos acompañará por lo menos 12 años, perdemos todos por igual.