Mirador 1/05/2023
Dios creó al colibrí, y con el barro que le sobró hizo al elefante.
El colibrí es el signo de admiración del viento.
Aparece y desaparece. En su vuelo teje los hilos del aire y tras ellos se esconde porque piensa que es demasiado grande y que todos lo verán.
Se había ido el colibrí que viene al jardín de nuestra casa. A lo mejor no se había ido: estaba oculto en un rincón del día, en una esquina de la mañana. Cuando las flores florecieron fue a preguntarles dónde andaban.
Yo amo a esta avecilla que casi no alcanza a ser ave. Tiene al mismo tiempo la fortaleza de la vida y su fragilidad. Procuro no poner en ella la mirada, pues temo que mis ojos la hieran.
Aquí está el colibrí, y aquí no está.
Se ha ido el colibrí, y no se ha ido.
Es igual que la vida. Parece que se ha ido, y no se ha ido.
Parece que ya no está, y aquí está.
¡Hasta mañana!...