Fulcanelli escribió un libro que se llama “El misterio de las catedrales”.
El título es sugestivo y acertado. En efecto, cada catedral tiene un misterio. Y no hablemos de las antiguas catedrales europeas: Notre Dame de Victor Hugo; Compostela de los peregrinos; Laón, en cuyas torres están, de piedra, los bueyes milagrosos que volando subieron a lo alto las pesadas cruces... También las catedrales mexicanas están llenas de misterios: la de Puebla fue construida por los ángeles; en la Metropolitana de la Ciudad de México hay una campana prisionera cargada de cadenas por haber dado muerte a un hombre; a la luz de la luna la de Durango proyecta la acabalada sombra de una monja...
En la catedral de Tampico me topé con otro misterio, el de su piso decorado con esvásticas. La cruz gamada, tristemente célebre como emblema del nazismo, aparece en el suelo, grabada en el granito.
¿Cuál es la causa de la presencia del odioso símbolo de Hitler en una catedral? Pude preguntar, pero no lo hice. Preferí traer conmigo uno más de los muchos misterios de las catedrales.
¡Hasta mañana!...