Mirador 13/11/2023
Nada es como antes, y nada será como es ahora. Lo dijo el sabio Heráclito al hablar del permanente cambio de las cosas y del eterno devenir del tiempo: el agua del río que moja tu pie no es el agua del río que moja tu pie.
A veces lo que los sabios dicen no es tan sabio. En mi ciudad, por estos días, los días son como los días de antes. Vuelvo a vivir los tiempos en que mi niñez se gozaba viendo la neblina que no dejaba ver nada. Desaparecían en ella el alto campanario de la Catedral y la gran cúpula del templo jesuita de San Juan Nepomuceno, y desaparecían también las casas de la cercana esquina, y el carro del cochero, y se perdía en la bruma la ingente mole de la sierra de Zapalinamé, que tenía el tamaño de todo el universo.
Ha vuelto esa neblina, y es la misma de antes. Hay una diferencia, sin embargo. Ahora yo también me pierdo en ella. Soy una más de las cosas que desaparecen. Quien me busque no me encontrará. Si yo mismo me busco no me encontraré. Bendita niebla.
¡Hasta mañana!...